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Durante la Cabalgata de los Reyes Magos en Palma llamó poderosamente la atención la presencia de una mujer que, con un cartel en la mano, anunciaba la venta de su estudio de la calle Rubí, junto a Sant Miquel, por 138.000 euros. Un precio, sin duda, muy tentador teniendo en cuenta cómo está el mercado inmobiliario hoy en día, pero que escondía un problema: «el apartamento se encuentra en la actualidad okupado».

No se trata, ni mucho menos, de la primera venta con inquilinos dentro; de hecho, es una modalidad inmobiliaria en auge, pero el caso ganó notoriedad mediática sobre todo por el día que eligió su propietaria para publicitar la venta. Ahora, con todo, el caso ha dado un sorprendente giro porque ha sido la ‘okupa’ de la vivienda la que ha acudido a la Policía Nacional denunciando que estas acciones de la propietaria le han ocasionado un grave trastorno y que, en opinión de su abogado, son constitutivas de un delito de acoso o ‘mobbing’ inmobiliario.

El mundo al revés

No deja de ser inaudito que sea ahora la dueña del piso okupado la que tenga que rendir cuentas primero en la Jefatura palmesana y después en los juzgados, cuando lleva tiempo con su casa okupada y sin posibilidad de venderla en condiciones normales, tal y como pretende. No hay que olvidar que un delito penal conlleva, normalmente, penas de cárcel.

Un problema que va en aumento

La okupación se ha convertido en una práctica relativamente habitual en Mallorca. Por un lado, la crisis habitacional condena a miles de familia a vivir en condiciones indignas, incluso en infraviviendas; mientras que una minoría intenta sacar tajada de las okupaciones y solicita dinero a cambio de abandonar la casa. Con todo, nadie debería perder de vista el sentido común. No puede haber ningún ‘premio’ para los okupas.