La ONG Caminando Fronteras ha publicado sus estadísticas anuales sobre el drama de la migración en el Mediterráneo y ha aportado unas cifras dramáticas: un total de 517 personas han perdido la vida en el mar, intentando alcanzar Balears o el Levante peninsular desde el norte de África. Esto supone que uno de cada diez migrantes fallece en el intento. En los últimos doce meses, que han consolidado esta ruta migratoria, se han registrado además 43 naufragios de embarcaciones y otras 26 se encuentran desaparecidas. Y no hay que obviar que se trata de cifras aproximadas, porque el drama podría ser todavía peor.
Durante todo 2024 han llegado continuamente pateras a Cabrera, el sur de Mallorca y también a Formentera e incluso en un caso se descubrió que un bebé había viajado solo en uno de los cayucos. La mayoría de embarcaciones precarias parten de Argelia, que en la actualidad no mantiene unas relaciones diplomáticas fluidas con España. Muchos de los migrantes son subsaharianos, que han cruzado el desierto en busca de un futuro mejor en Europa.
No se quedan en Balears
En contra de la creencia generalizada, la mayoría de adultos que llegan en patera al archipiélago no tienen intención de quedarse aquí, sino que su destino final es mayoritariamente Francia y Bélgica, donde hay amplias comunidades africanas ya asentadas. Los menores, en cambio, sí que son acogidos en centros especiales, para que no queden desamparados en unos momentos tan complicados.
Un problema regional
Con todo, la solución al problema no la pueda aportar solo España. Ni tan siquiera la Unión Europea. Debería alcanzarse un compromiso regional, que incluye a los países del norte de África, para intentar evitar que la migración irregular siga creciendo cada años, con cientos de muertos que encuentran en las aguas del Mediterráneo su tumba.
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