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El conflicto crece ya de manera descontrolada en Palma y las localidades más pobladas de las Islas, los nuevos modelos de movilidad personal están provocando la invasión de los espacios que de manera tradicional estaban reservadas para los peatones. Después de años de permisividad y tolerancia, la obligatoriedad de utilizar las calzadas o los carriles habilitados para bicicletas y patinetes se incumple de manera generalizada; esta es la realidad incontestable. Mantener la pasividad asegura el enfrentamiento de los usuarios de las calles, un punto que se tiene que evitar a toda costa.

Uso inadecuado y abusivo.
Deambular por los pueblos y ciudades permite constatar de manera reiterada la invasión de las aceras por usuarios de bicicletas y peatones que circulan a velocidad excesiva, ignoran la preferencia de los peatones, carencen de elementos que alerten de su presencia, ... Todas actitudes, que es injusto generalizar, están dejando un poso de animadversión entre los peatones, que cada vez se sienten más cercados por estos comportamientos que podrían calificarse como mínimo de insolidarios y, por supuesto, peligrosos. Frente al problema es preciso denunciar la indiferencia de quienes están obligados a exigir el cumplimiento de las normas, las cuales todavía no están unificadas en todo el territorio; otro contrasentido que se debe corregir con urgencia.

Fuera de las aceras y plazas.
Para frenar la dinámica actual es preciso que se redacten con claridad las condiciones de uso de este tipo de vehículos, exigencia de seguro por posibles daños a terceros, identificación personal, incrementar la vigilancia de quienes se obstinan en no querer circular por la calzada o por los carriles señalados. Se trata, en definitiva, de recuperar la necesaria convivencia de los espacios comunes de nuestras localidades. Ignorar el problema es la garantía de un problema serio en el futuro.