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Disponer de un aparcamiento propio en Palma se ha convertido en un privilegio de pocos y un auténtico lujo para quienes lo han adquirido, los precios de este mercado inmobiliario son prohibitivos tras la escalada que han sufrido en los últimos años; una tendencia que nada hace suponer que vaya a remitir a corto o medio plazo. Las sucesivas ampliaciones de la ORA, junto con las previsibles restricciones que se aplicarán en cumplimiento de las normativas medioambientales europeas –los controles de acceso al centro se incrementarán en función del tipo de combutible– han generado una dinámica especulativa incontrolable en la capital balear. Por contra, la oferta de estacionamiento público está muy lejos de poder absorber la demanda actual y futura.

Las medidas y sus consecuencias.
La progresiva implantación de medidas destinadas a dificultar los desplazamientos en vehículos particulares en Palma no parecen haber tenido en cuenta las consecuencias, entre otros motivos debido a que las mejoras en el transporte público se están comenzando a implantar con años de retraso. Cort parece querer obviar que la mayor parte del tráfico responde a una necesidad de los ciudadanos y no a un capricho, circunstancia que obliga a tratar de resolver el problema del estacionamiento con urgencia. Las sucesivas ampliaciones de la ORA traslada el problema de saturación a las zonas limítrofes, la falta de aparcamientos es crónica.

Más aparcamientos públicos.
El gobierno municipal de Palma debe asumir cuanto antes la necesidad de reactivar un plan de construcción que habilite más aparcamientos públicos, la oferta en régimen de rotación, abono o propiedad debe ampliarse; decisión que no es incompatible con la mejora del transporte público o el fomento de alternativas al automóvil. La garantizar la movilidad es básico para el desarrollo económico de la ciudad.