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Un pormenorizado estudio científico detalla el serio impacto de la presencia de ejemplares de mapache en distintos enclaves de Mallorca. En la isla ya se ha capturado más de un millar de animales de esta especie. Es sólo un ejemplo más de las consecuencias que tiene la actitud irresponsable de quienes liberan en la naturaleza mascotas exóticas, algunas de las cuales acaban encontrando un hábitat propicio para su reproducción. El mapache es un ejemplo reciente, pero años atrás lo fueron las cotorras argentinas o el ‘alga asesina’ (Caulerpa taxifolia), que supuso una severa amenaza para la diversidad marina en nuestras costas hace unas décadas. El problema no es nuevo en las Islas, a la vista está, por ello resulta todavía más preocupante la imposibilidad de encontrar fórmulas eficaces para su erradicación.

Ecosistema frágil.

Aves, mamíferos, reptiles, insectos... llegan hasta Balears en ocasiones desde miles de kilómetros, la mayoría como consecuencia de la intervención humana. El control sobre la importación de animales exóticos queda desbordado por el tráfico ilegal, un pingüe negocio del que muy pocos países han logrado zafarse. Lo cierto es que el impacto que supone la llegada de estas nuevas especies supone un verdadero ataque el equilibrio medioambiental de nuestro territorio. En la mayoría de los casos, estas especies no tienen depredadores naturales que determinen su control. A partir de ahí, todo puede ir a peor.

Conciencia ciudadana.

El panorama no puede considerarse halagüeño. La posesión de especies exóticas responde a una moda que entraña enormes peligros para nuestro frágil medio ambiente. Cabe imponer educación y conocimiento. Los propietarios deben tomar conciencia del gran riesgo que supone su presencia en las Islas. Estos animales nunca deberían salir de su hábitat natural y entrar en otro extraño.