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La cumbre que se celebra en Egipto estos y que debe abordar la adopción de medidas para frenar el cambio climático ha congregado a un centenar de mandatarios de todo el mundo, pero las notabilísimas ausencias permiten augurar otro fracaso más en la carrera contra las consecuencias de lo que ya puede considerarse una evidencia científica. El incremento de la temperatura de la Tierra ya no es una mera especulación y, lo que es más importante, el proceso tiene un desencadenante en la actividad humana. Al encuentro del COP27 no acuden representantes de países como Rusia, China o India –que figuran entre los más contaminantes del mundo–; postura que confirma una actitud de indiferencia ante uno de los problemas más importantes al que debe hacer frente el género humano a corto y medio plazo.

Economía y medio ambiente.

Las potentes economías occidentales no pueden seguir ignorando que su riqueza y bienestar se cimenta en una depredación medioambiental sin precedentes en países que todavía están en fase de desarrollo, donde la protección de la naturaleza no figura en ninguna agenda política porque la prioridad no es otra que la subsistencia de la población. Resulta obvio que las reglas actuales deben modificarse para compatibilizar el crecimiento económico con el respeto al entorno. La ciencia debe ser el referente en la toma de decisiones, como se hizo para frenar el agujero de ozono o para frenar la COVID.

Efectos globales.

Balears no se escapa a los efectos de la proyección de los efectos del cambio climático. El incremento de la temperatura, los efectos de la sequía, la subida del nivel del mar, ... consecuencias todas ellas con un impacto gravísimo para una comunidad como la nuestra. Es preciso acabar con el escepticismo y la pasividad, el problema es real y está más cercano de lo que se puede adivinar. Hay que actuar sin demora.