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El último informe del Cercle d’Economia de Mallorca concluye que la economía de Balears ya presenta claros síntomas de desaceleración, una vitalidad que se inició en la primavera del año pasado y que, según los expertos, sufrirá un serio punto de inflexión a partir del próximo mes de octubre; en coincidencia con el final de la temporada turística. Una primera lectura invita a concluir que los vaticinios del Cercle d’Economia son una mala noticia, más si se tiene en cuenta que estos negros augurios se podrían prolongar durante todo el próximo 2023. La cuestión, sin embargo, a plantear es si es bueno, para el conjunto de la sociedad, que se prolongue en el tiempo esta explosión de actividad económica en casi todos los frentes como claro síntoma del fin de la pandemia.

La sostenibilidad como objetivo.

Cabe destacar que el Cercle d’Economía habla de desaceleración en su estudio, pero en ningún caso observa o advierte riesgos de recesión o de crisis. Esta es la clave. El crecimiento desmesurado ya no es planteable en el contexto actual de Balears, las consecuencias son negativas en todos los órdenes. La inflación es el aspecto más notorio, pero también es necesario atender a los costes medioambientales que suponen la recepción de turistas por encima de la capacidad de nuestras infraestructuras. Reequilibrar la oferta y la demanda es una oportunidad a la mejora de la calidad de los servicios, los excesos se ha evidenciado que apenas aportan beneficios sociales.

Una mirada positiva.

Los vaticinios del Cercle d’Economia pueden tener una lectura positiva, más allá de las miradas egoístas o cortoplacistas. Balears debe abandonar el resuello económico de los últimos meses para recuperar la senda del crecimiento alejado de los excesos, quizá explicables por la necesidad de abandonar la contención provocada por la pandemia, pero cuyas consecuencias no siempre son positivas para todos.