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El caso de acoso escolar en el colegio Es Puig de Lloseta, denunciado por un hermano de la víctima –un niño de 11 años– en las redes sociales, vuelve a poner el foco en un problema real en los centros educativos y que no por cotidiano debe acabar normalizándose. Parece obvio que en esta ocasión ha faltado la necesaria diligencia para atajar una situación inaceptable, cuestión que debe ser investigada con urgencia por parte de la Conselleria d’Educació y el resto de instituciones y organismos implicados. Según la versión de los familiares esta situación lleva prolongándose por espacio de cuatro años, período durante el que no se han adoptado las medidas necesarias para proteger el alumno del abuso de sus compañeros.

Un vídeo cruel.

No resulta difícil imaginar la frustración personal del niño que lleva una tarta para celebrar el cumpleaños con sus colegas y éstos aprovechan la ocasión para burlarse de él, momento del que tienen que haber sido testigos los responsables de la actividad y que, según la grabación difundida, intervengan para zanjar el claro episodio de bullying. Resulta obvio que el centro o las personas al frente de la actividad no había asumido la gravedad y persistencia de los ataques de que estaba siendo objeto uno de los alumnos, hecho que contraviene todos los protocolos de prevención que están establecidos.

Aclarar e intervenir.

Desde la Conselleria d’Educació se tienen que aclarar todos los extremos de lo sucedido, más allá de posibles versiones interesadas, para adoptar las medidas necesarias para garantizar la protección de la víctima y que sus compañeros asuman lo inaceptable de su comportamiento. También, por supuesto, es preciso averiguar cómo es posible que un acoso de estas características haya podido pasar entre el equipo de docentes sin que se hayan tomado medidas para atajarlo de raíz.