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La adquisición de la vieja central térmica de Alcanada (Alcúdia) por parte de un fondo de inversión institucional, que cuenta con la participación de organismos vinculados a la Unión Europea, supone un importante cambio de fase en el proceso de rehabilitación y conservación de un enclave industrial emblemático para Mallorca. Desde hace décadas se vienen sucediendo propuestas sobre el destino final de aquellas instalaciones, pero ninguna de las instituciones implicadas ha estado dispuesta a encabezarlas con los fondos necesarios su ejecución. El grupo Gingko ha lanzado su primera oferta para su estudio por parte de los organismos públicos implicados.

Evitar la degradación.

La situación actual de la central de Alcanada es un ejemplo más de la inoperancia institucional que acompaña las grandes iniciativas en nuestra Isla. Los ejemplos no escasean por diferentes circunstancias pero con un mismo resultado. Ahora cabe la posibilidad de desempantanar un proyecto ambicioso –Alcúdia Tech Mar– de la mano de la nueva propiedad de aquellas instalaciones, la cual, por cierto, tiene el aval de experiencias similares en otros países y provincias españolas. El carácter institucional del fondo Gingko matiza las pretensiones especulativas que suelen esconder inversiones de este calado. El objetivo a partir de ahora no debe ser otro que frenar la degradación de la zona.

Compensación justa.

En manos del Ajuntament d’Alcúdia y del Consell está el lograr un acuerdo justo que dé viabilidad a que la central deje de ser un punto abandonado en la costa mallorquina. Sólo la descontaminación de los terrenos supone una inversión de 20 millones, un coste que parece razonable que la propiedad pretenda que sea compensado. Debe quedar claro desde el primer momento a todos los actores que no se está ante una operación a fondo perdido.