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El ‘caso Pegasus’ da un salto cualitativo tras revelar el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, que los teléfonos móviles del presidente del Gobierno y la ministra de Defensa también han sido ‘infectados’ con el programa informático Pegasus. De creación israelí, es considerado el software más letal de ciberespionaje mundial, capaz de penetrar en un móvil, aspirar toda su información, activar su cámara o incluso recuperar mensajes borrados en el pasado sin que el usuario sea consciente de la infiltración.

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Estabilidad política.

El anuncio este lunes de Bolaños frena la estrategia victimista de los independentistas catalanes –también espiados con el mismo software–, contribuye a enfriar la tensión con sus socios de investidura y devuelve a Sánchez cierta estabilidad política; en la medida en que el espionaje a Pedro Sánchez y Margarita Robles aleja al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de la autoría del sufrido también por los dirigentes de Junts y Esquerra. Una presunta autoría, por otra parte, que los líderes del ‘procés’ imputaron al servicio secreto español –del que la ministra de Defensa es responsable última– sin aportar prueba o evidencia alguna al respecto.

Los beneficiarios.

La cuestión mollar de todo este escándalo no es tanto Pegasus como quién está al otro lado del software espía. Bolaños exhibe sentido de Estado al no querer entrar en «conjeturas» sobre quién se infiltró en mayo y junio de 2021 en los dispositivos del presidente y la ministra. Pero sí deja claro que se trata de una injerencia «exterior». El hecho, avalado por el Centro Criptológico Nacional, es sumamente grave y obliga a acudir al principio de cui prodest. ¿A quién beneficia este espionaje? Está por ver. De lo poco seguro sobresale que, en las fechas en que se produjo, España vivía inmersa en una crisis diplomática con Marruecos y el Gobierno preparaba el indulto a los condenados por sedición.