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Las organizaciones sindicales de los auxiliares de enfermería y del colectivo médico han vuelto a evidenciar una situación que, a la vista de la reiteración de las denuncias, ya puede considerarse crónica en el servicio de Urgencias hospitalarias de los centros públicos de Mallorca. Se trata del colapso en la atención de los pacientes, algunos de los cuales han llegado a pasar hasta 100 horas sin poder disponer de una cama para su ingreso en planta. El problema se repite de manera cíclica tras los fines de semana. Las razones por las que todavía no se ha encontrado una solución eficaz es ya un auténtico misterio para la mayoría de los ciudadanos.

Plazos inasumibles

No resulta difícil de entender que las Urgencias pueden convertirse en un auténtico cuello de botella en momentos como los actuales. A pesar de ello, resulta inaceptable que un paciente de 75 años acumule hasta 100 horas en un departamento que no está diseñado para estas eventualidades. La falta de intimidad y de sosiego que caracterizan el servicio son inadecuados en las actuales circunstancias y más cuando se habla de estancias tan prolongadas. Las denuncias sindicales apuntan a una falta de organización y previsión; carencia que no deben, bajo ningún concepto, acabar pagando los usuarios.

Aportar soluciones

Los medios han reflejado en numerosísimas ocasiones los colapsos de Urgencias, en igual medida que los responsables de su gestión –con independencia de su color político– han perpetuado con su inacción el caos. Es preciso reclamar una auditoría independiente en todos los centros de la red hospitalaria del IB-Salut, además de la propuesta de medidas que permitan resolver el problema. La opción de dejar pasar el tiempo para que se resuelva el tapón asistencial no puede seguir siendo la única solución que se plantea. Los pacientes no se merecen ser las víctimas de esta desidia.