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A un mes justo para el inicio de las fiestas navideñas y con una incidencia acumulada de contagios en línea ascendente, cada vez son más los ciudadanos que se preguntan si este año volveremos a ver amenazada la tradicional celebración de la Navidad con unas restricciones que, como en 2020, impidan hacerlo en familia. El portavoz del Govern invitó ayer a no hacer especulaciones al respecto. A la espera de ganar algo de tiempo para ver como se desarrollan los acontecimientos –esto es la constatación o no de una nueva ola de contagios–, Negueruela asegura que el Govern no se plantea una situación diferente a la actual. Es decir, sin restricciones.

Situación diferente.

El portavoz del Ejecutivo autonómico indica que con el 80 % de la población diana vacunada, la Navidad de este año presenta una diferencia sustancial respecto a la anterior. Sí, la vacuna dibuja un plano circunstancial podríamos decir que radicalmente opuesto al que nos guiaba hace doces meses. Pero también cabe colegir que, respecto a las restricciones que imperaron entonces, la disparidad de contexto viene dada por la falta hoy de las herramientas utilizadas por el Govern hace un año para limitar la movilidad de las personas; toda vez los estados de alarma y los consiguientes toques de queda han sido declarados inconstitucionales, y la imposibilidad de controlar reuniones familiares en el ámbito privado, manifiesta.

Recursos legales.

El Govern sabe de sus limitaciones al reconocer que no cuenta ahora con las herramientas, ya ilegales, para contener la escalada de contagios. Como tampoco dispone de recursos avalados por los tribunales para obligar a ese 20 % de la población diana no vacunada a hacerlo. Sin embargo, no se puede más que coincidir con Negueruela y apelar a la responsabilidad individual de esta gente. No hay excusa para no vacunarse. El rechazo de unos pocos pone en riesgo la salud y la Navidad de la mayoría.