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El nombramiento de hijo adoptivo de Sant Llorenç des Cardassar no será, desde luego, el último reconocimiento que reciba Rafa Nadal. Pero muy probablemente sea ya el más significativo y emocionante de los que le han sido otorgados hasta el momento y entre los que, sin duda, están aún por llegar. El tributo de este miércoles es al ciudadano Rafael Nadal Parera antes que al campeón Rafa Nadal. E incluso cabría asegurar que no tanto por el millón de euros donado al municipio tras la fatal torrentada de 2018, como por liderar un movimiento de solidaridad sin precedentes, arremangándose como uno más a la hora de achicar de lodo el ánimo de todo un pueblo.

Admiración y respeto.

En una Mallorca donde el cainismo demasiado habitual coarta la emergencia de referentes sociales, Nadal ha conseguido que la inmensa mayoría de los ciudadanos de la Isla converja en la admiración y respeto por un conciudadano que, tanto en la pista como en la calle, ha actuado siempre sin doblez, atendiendo a la máxima del también manacorí Guillem d’Efak, «siau qui sou», siendo simplemente quien es. Además de un as del tenis, es un ciudadano comprometido con su tierra al que, como al común de los mallorquines, le afectan en lo más íntimo desgraciados sucesos como los que hace tres años encogieron el corazón de toda la Isla.

Recuerdo a las víctimas.

Con la humildad que ha caracterizado su carrera deportiva, Nadal volvió ayer a dar una lección de humanidad, demostrando por enésima vez que es un joven al que el éxito no se le ha subido a la cabeza. Fuera del terreno de juego es una persona normal y cuando no lo tratan como tal se esfuerza en evitarlo. Por eso, sus más sentidas palabras fueron para las familias que perdieron a algún ser querido en la torrentada, dejando claro que la única contraprestación esperada al millón donado ha sido la de intentar reparar algo del sufrimiento padecido por la gente de Sant Llorenç.