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Fue el diputado de Más Madrid Iñigo Errejón el que apuntó en el Congreso la magnitud del problema de la salud mental en España, el que señaló la necesidad de visibilizar unas patologías de enormes consecuencias sociales pero a las que apenas se le prestaba atención. Este año, con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Salud Mental, son numerosas las iniciativas que resaltan la necesidad de atender con urgencia a este tipo de pacientes, muchos de los cuales siguen estigmatizados por el conjunto de la sociedad.

Más recursos.

El revulsivo de la intervención de Errejón ha dejado en evidencia que la salud mental es, con diferencia, la atención especializada que cuenta con menos recursos dentro del conjunto de la sanidad pública española. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció ayer la canalización de 100 millones de euros para paliar unas carencias que se habían cronificado. La atención a la salud mental merece estar en igualdad de condiciones con el resto de la asistencia sanitaria, un principio que sólo ahora parece que están asumiendo nuestros gobernantes. Toda esta demora justifica, con creces, la urgencia de recuperar todo el tiempo perdido y sobre el que es necesario estar muy vigilantes en el cumplimiento de los compromisos.

Cambio social.

De todos modos, con ser importante la dotación de recursos, lo más importante es lograr que las enfermedades asociadas a la salud mental dejen de estar estigmatizadas por la sociedad. Los trastornos mentales de todo tipo afectan a todas las capas sociales sin distinguir su edad o capacidad económica, cualquier persona es susceptibles de sufrir una patología vinculada a la salud mental, de manera temporal o crónica. Normalizar la situación de todo lo relacionado con las enfermedades mentales es un modo de garantizar de que no volverán a esconderse como hasta ahora.