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El acceso a la playa de es Trenc volvió a quedar este jueves colapsado por centenares de vehículos. Es una escena que cada verano se repite sin que se logre una solución a la enorme demanda que genera uno de los enclaves más emblemáticos del litoral mallorquín. La escena de automóviles atascados bajo el sol es fácil de imaginar, mientras los conductores más irresponsables tratan de estacionar de cualquier manera invadiendo las zonas protegidas. Resulta obvio que es preciso resolver con urgencia el conflicto en coherencia con la preservación de un entorno de enorme valor medioambiental y paisajístico. Este es el reto que debe asumir sin más dilación la Conselleria de Medi Ambient.

Regular las entradas.

El actual caos circulatorio en es Trenc es un auténtico sinsentido, atendiendo a las exigencias de un parque natural y a las de seguridad de los visitantes. Hay que preguntarse cómo podrían llegar los servicios de emergencias a la zona en las actuales circunstancias. La conservación de un paraje como es Trenc requiere una regulación de las visitas, como se ha impuesto en otros espacios de características similares dentro y fuera de la Comunitat. Las restricciones del tráfico en el faro de Formentor podrían ser un ejemplo, aunque fueran motivadas por otras razones.

Compatibilizar usos.

Un estudio técnico debe fijar la capacidad máxima de visitantes diarios que puede soportar el parque y actuar en consecuencia; esta es la clave. La solución no es aislar es Trenc. La solución pasa por favorecer un transporte público asequible y eficaz para los usuarios. De lo que no cabe duda es que hay que actuar con urgencia. El problema se repite año tras año sin que se lleguen a adoptar las medidas precisas para evitar lo que, al fin y a la postre, significa la paulatina destrucción de uno de los iconos turísticos de Mallorca. Las siguientes generaciones merecen nuestro esfuerzo.