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Ante las imágenes que reflejan las condiciones en las que la Policía Nacional tuvo que custodiar a los centenares de inmigrantes irregulares que llegaron a Mallorca, cabe preguntarse qué entiende el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por el hecho de que «no hay ningún problema a resaltar» en Baleares respecto a las infraestructuras disponibles para atender la llegada de pateras. El pasado fin de semana, el desembarco de migrantes procedentes de los puertos argelinos fue masivo en Mallorca y en las Pitiusas. Las mafias que operan en el país norteafricano planean salidas sistemáticas cuando el buen tiempo lo permite.

Indignación policial.

Todos los sindicatos policiales evidenciaron su indignación ante las manifestaciones del ministro, entre otras razones, porque la realidad contradice de manera palmaria la sentencia del responsable de Interior. Baleares sí tiene un serio problema para atender adecuadamente la llegada de pateras, un fenómeno de evolución creciente. La situación se agrava más si cabe con la necesidad de garantizar la seguridad sanitaria frente a la COVID-19, tanto de los migrantes como de los agentes de la Policía Nacional que deben custodiarlos. De lo que no hay duda es que los aparcamientos subterráneos de las comisarías no son el lugar adecuado para atender a estas personas, más allá de su situación legal o administrativa.

Activar soluciones.

El mejor modo que tiene el ministro Grande-Marlaska de enmendar su clamoroso error es acelerar la habilitación de espacios adecuados para recibir a las personas que viajan en las pateras y que merecen ser atendidas sin menoscabar su dignidad. Las soluciones están en la vía del diálogo y de la colaboración institucional, principios que son indispensables para alcanzar una solución duradera. Solo así se evitarán imágenes tercermundistas como las que publicamos en la edición de hoy.