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La detención conocida ayer de tres patrones dedicados al traslado de inmigrantes ilegales a Balears coincide con una nueva oleada de desembarcos, tanto en Mallorca como en las Pitiusas. El fenómeno ha alcanzado este verano una dimensión desconocida por estas latitudes con operaciones a plena luz del día y con presencia de numerosos testigos. Fue el caso de Portals Vells, donde algunos bañistas pudieron filmar la llegada a tierra. Los datos de la Guardia Civil dan cuenta de una importante cifra de personas interceptadas –más de cien sólo en el día de ayer–, pero no es posible conocer la cifra de cuántas logran escapar a los controles.

Baleares, una puerta más.

La llegada de inmigrantes ilegales a Balears no es un fenómeno nuevo. Sí lo es su aumento constante y la organización de los desembarcos. La práctica totalidad procede del norte de Argelia. La sofisticación de los sistemas de vigilancia por parte de la Guardia Civil no logran disuadir a quienes por unos miles de euros se embarcan en una aventura de desenlace más que incierto y amparados –y aquí es donde reside uno de los problemas centrales– por organizaciones criminales o pseudocriminales que se aprovechan de la situación. En todo caso, resulta necesario subrayar el fracaso de las estrategias encaminadas a neutralizar esta dinámica: las cifras de la inmigración ilegal no dejan de aumentar en España y también en las Islas.

Cambio en las políticas europeas.

El objetivo de estos inmigrantes no es otro que alcanzar las costas españolas, entendidas como un puente para un trayecto que quiere acabar en Francia, Alemania, Italia o los países nórdicos. Estamos, por tanto, ante una cuestión que requiere propuestas conjuntas de la Unión Europea y que deben incluir, como requisito imprescindible, compromisos firmes por parte de los países norteafricanos para frenar este flujo ilegal de personas del que muy pocos se benefician.