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Las vacaciones de Felipe VI en Mallorca no son las de don Juan Carlos. Marivent no aglutina la vida de la Familia Real durante un mes, como ocurría antes, ni pasan por allí dignatarios extranjeros. Con sencillez, el Monarca sigue la tradición que instauró su padre. Acude a su cita anual mallorquina y mantiene los protocolos: recibe al presidente del Gobierno y concede audiencias a las instituciones baleares; participa en la regata que lleva su nombre y se presta a un posado familiar. Sustituyó la cena con las autoridades por una recepción social amplia en el Palacio de la Almudaina. Felipe VI busca la proximidad. Podría hacer mucho menos.

La reclamación de Més.

La proyección de Mallorca como lugar de veraneo de la Familia Real sigue incólume en el imaginario social gracias a Felipe VI y eso es lo importante. Por esa razón resulta chocante la persistencia de viejas reclamaciones cuando han cambiado los tiempos y los personajes. Nos referimos a Més per Mallorca, que registra una iniciativa parlamentaria para que la Familia Real «devuelva el uso del Palacio de Marivent a la Comunitat». Extemporánea, simple y condenada al fracaso, la propuesta busca un titular de prensa y marcar perfil político. Porque, ¿a qué uso se destinaría Marivent? Tal vez por aquí debería empezar la propuesta de Més.

El mejor uso posible.

El Palacio de Marivent es un emblemático caserón decimonónico, cuya habitabilidad se abandonó en favor de construcciones modernas, que son las utilizadas por la Familia del Rey. Entre ellas se encuentra Son Vent, en una parcela propiedad de la Marina. La ciudadanía puede entrar en los jardines, donde la Successió Miró ha depositado una colección de esculturas que se puede ver de forma gratuita. Presentar un proyecto creíble de qué haría Més con Marivent es lo que cabe exigir a este partido. Mientras tanto, su uso actual es el mejor posible y es positivo para la imagen de Balears.