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El testimonio de dos vecinas que han estrenado viviendas rehabilitadas del barrio palmesano del Camp Redó, en los edificios de ‘Corea’, deja claro que con apoyo institucional este enclave puede dejar atrás el estigma de la marginalidad y de la degradación que le acompaña desde hace décadas. Pilar Rodríguez y Mélida Bravo son el ejemplo claro de que, con decisión, es posible recuperar la vida social que tuvieron antaño aquellas calles y edificios. Su origen humilde en nada debe condicionar la posibilidad de volver a formar parte de la trama urbana de la ciudad en las mismas condiciones que el resto.Romper las murallas del gueto debe comprometer a las instituciones, pero también a los vecinos.

Ejemplos previos.

La intervención pública ha logrado salvar barrios de Palma, incluso convertirlos en un paradigma de lujo. En las décadas de los años ochenta y noventa, Cort acometió la tarea de recuperar barrios como los de sa Calatrava, el Puig de Sant Pere y, con posterioridad, el de sa Gerreria. Fueron áreas degradadas –con una estructura social derrotada por las drogas, la delincuencia y la prostitución– que lograron resurgir –si bien con resultados diversos– y dejar atrás su etapa más negra. ‘Corea’ no debe ser una excepción; no hay excusa posible porque con una actuación pública decidida es factible revertir lo que para muchos es un camino sin retorno.

Acción específica.

El Camp Redó y, en especial, la zona conocida como ‘Corea’ requieren de acciones específicas, como cada plan urbano en Palma ha tenido sus características propias. Pilar y Mélida han respondido a estos primeros estímulos. Es la confirmación de que se puede cambiar el registro y expulsar a quienes no son capaces de mantener la convivencia. A estos edificios que manchan injustamente todo un barrio ha llegado la esperanza.