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Sólo hace una semana que oficialmente arrancó el verano y los municipios del Pla deben recurrir ya a los camiones cisterna para llenar los exiguos depósitos públicos. ¿El objetivo? Evitar de momento someter a los ciudadanos a cortes en el suministro. En breve, el problema puede extenderse a otras comarcas.

Es por ello que inequívoca debe ser la voluntad de las administraciones a la hora de afrontar inversiones que garanticen el correcto funcionamiento de la red en alta de agua: el conjunto de fuentes, acuíferos y desaladoras que abastecen a los residentes y a los turistas que habitan y visitan Baleares.

Inversiones imprescindibles.

Medi Ambient ha invertido 10,4 millones de euros del impuesto de turismo sostenible al trasvase de agua del acuífero de sa Marineta hasta Petra y Ariany, lo que permitirá en un futuro abrir el abastecimiento a Manacor. Bien está. Sin embargo, no es suficiente. El Govern balear no debe escatimar esfuerzos en extender esta canalización hacia otros territorios más meridionales, donde, al margen del turismo, la actividad agrícola y ganadera sigue teniendo un papel esencial sobre el tejido socioeconómico local. Es un sector productivo para el que el agua es un recurso indispensable para su pervivencia.

Concienciación ciudadana.

No menos determinante que estas canalizaciones son las desaladoras. Aunque su producción de agua sea más cara, su actividad ha de ser mayor. De manera especial, durante el invierno, que es cuando más llueve, para procurar así el descanso a los acuíferos naturales y ayudar a su recuperación y regeneración. Por último, aunque tampoco no menos importante, está la concienciación ciudadana de que los recursos hídricos son un bien escaso en nuestro Archipiélago. Por eso son necesarias las campañas como la que durante estos días despliega el Govern y nos recuerdan a todos que en estas Islas tenemos muchas cosas, pero poca agua. Pensemos seriamente en ello.