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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pasó por alto un anuncio de enorme trascendencia para Baleares: la reanudación de los cruceros turísticos internacionales. Debía ser durante su intervención en Fitur, la feria turística internacional más importante del país, pero su silencio sorprendió al propio titular de la Conselleria de Turisme, Iago Negueruela, además de, como es lógico, a la patronal del sector. Los puertos de las Islas –en especial Palma e Ibiza– habían logrado un posicionamiento importante en las rutas de las grandes navieras. Estas escalas tienen un enorme impacto económico sobre las que el presidente no se quiso pronunciar.

Estrategia comunicativa

El conseller Negueruela expresó a los representantes del Gobierno su incomodidad por el aplazamiento de un anuncio del cual depende el futuro de numerosas empresas y puestos de trabajo, una estrategia marcada –al parecer– por el deseo de no ensombrecer mediáticamente la apertura de España a los grandes emisores turísticos –en especial Gran Bretaña– que hizo el presidente Sánchez en Fitur. Habrá que ver, por tanto, si como se especulaba a finales de junio los cruceros turísticos podrán volver a hacer escala en Baleares o si hay otras razones ocultas para justificar el ‘olvido’ de esta cuestión. Lo cierto es que los propietarios de numerosos comercios del centro de Palma e Ibiza permanecen en la incertidumbre, como los organizadores de las excursiones turísticas.

Discriminación inexplicable

El enfado de la patronal del sector de las navieras está más que justificado. Esta indecisión prolonga la crisis que arrastran desde hace ya un año y medio, por no citar los efectos sobre la economía local. Un mínimo principio de coherencia obliga a abrir los puertos al tráfico internacional en las mismas condiciones que se hará con los aeropuertos. Es un error grave e incomprensible, que el Gobierno debe rectificar cuanto antes.