Cientos de trabajadores han rechazado la oferta. | Innova Labs

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Los imperios no nacen de la nada, al contrario. Se construyen con el trabajo silente y constante de un montón de hormiguitas anónimas, cuya labor es fundamental para que todo el engranaje siga en marcha. Pocos dudan de los conocimientos tecnológicos y la sapiencia empresarial de Elon Musk. No obstante, en Europa, donde todavía quedan en pie algunos derechos laborales, ha llamado de forma notable la atención el durísimo ultimátum planteado días atrás por parte del CEO de Tesla a los trabajadores de Twitter. Un ser o no ser que no todos están dispuestos a aceptar, a la vista de los hechos.

La red social del pajarito afronta una reconversión a gran escala. Para ello, Musk tiene en mente cambios radicales en Twitter, que pasan por un importante incremento de la carga laboral para aquellos que decidan quedarse en el barco. A través de un correo electrónico, los empleados de la compañía supieron que su faceta laboral cambiaría de la noche a la mañana. Musk les promete durísimas jornadas laborales. Quien no se vea con suficientes fuerzas puede abandonar, y mejor que lo haga. Le ofrecen una compensación de tres meses por su compromiso con la firma, en un país donde en términos generales la prestación por desempleo simplemente no existe.

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La consecuencia ha sido directa, y muchos han decidido despedirse de la empresa a la cual han dedicado sus últimos años. Debían dar una respuesta, pero en lugar de eso, enviaron emoticonos de saludo, una despedida codificada para sus compañeros. Los medios de comunicación norteamericanos afirman que cientos de trabajadores plantaron a Musk y sus nuevas condiciones de trabajo. Sin embargo, este hecho puede no inquietar en demasía al creador de Tesla. Y es que, bajo su batuta, Twitter afronta tiempos en los que las computadoras pueden ganarle terreno a las personas; ya de hecho se han cerrado sedes físicas ante el aluvión de dimisiones de trabajadores de Twitter, indignados con Elon Musk y sus principios empresariales.

No contento con esa situación, el propio Musk estaría reuniéndose con trabajadores que han optado por confirmar que no seguirán en Twitter. Él y las personas de su máxima confianza tratan así de persuadir a aquellos trabajadores que, según su personal y particular criterio, consideran imprescindibles para un funcionamiento de la empresa en la senda que ellos están imponiendo desde su desembarco; una senda que por otra parte suscita recelos y críticas, por los sucesivos vaivenes que hemos contemplado de un tiempo a esta parte.

El ultimátum de Musk a sus empleados consistía en optar entre una de las siguientes dos opciones: o bien comprometerse a trabajar largas jornadas y de forma extremadamente dura, o dejar la empresa con una indemnización de tres meses de sueldo. Según Musk el Twitter 2.0 requerirá de muchas horas de trabajo a alta intensidad. Solo los más duros, los que muestren un compromiso férreo y un desempeño impoluto, podrán retener su puesto de trabajo en la red social. Los nuevos tiempos de Twitter depararán mayor peso a la ingeniería y los programadores ganarán enteros. Los que no quieran vivir para teclear no estarán allí para verlo.