Diversos estudios afirman que la rehabilitación asistida por robots acelera la recuperación tras un accidente cerebrovascular.

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La robótica al servicio del ser humano. En 2018, según la Federación Internacional de Robótica –IFR por sus siglas en inglés–, se vendieron en el mundo 2.400 robots de rehabilitación, lo que supone un aumento del 83% respecto a las cifras de 2017.

Son, principalmente, robots que ayudan a recuperarse de un ictus. En general, máquinas utilizadas para acelerar el proceso de rehabilitación tras sufrir un accidente cerebrovascular y otros trastornos neurológicos graves.

Desde la IFR explican que la ventaja de estos dispositivos –sobre la labor que pueda realizar un terapeuta– se basa en que el robot asegura que el movimiento siempre se va a repetir de la misma manera, entrenando así el cerebro para permitir que los músculos realicen los movimientos por sí solos. También se podrán hacer más repeticiones por sesión.

Otra de las posibilidades que otorga el uso de robots para recuperarse de accidentes cerebrovasculares es que este recopila datos sobre el rendimiento del paciente, lo que permite a los terapeutas y médicos evaluar el progreso con precisión.

Son varios los estudios, inciden, que apuntan al hecho de que los pacientes se recuperan más rápido a través de la terapia asistida por robots que sin asistencia. Asimismo, la rehabilitación con robótica es más segura tanto para el paciente como para el terapeuta, ya que no se requiere que el terapeuta apoye al paciente y puede dedicar ese tiempo a realizar sesiones de entrenamiento más precisas y específicas con mejores resultados.

La mayoría de los dispositivos, continúa el texto de la IFR, tienen exoesqueletos externos robóticos adaptados para una parte del cuerpo en particular, vinculados a un programa que transfiere datos del programa de entrenamiento al exoesqueleto y viceversa. El nivel de asistencia, o fuerza, proporcionado por el robot se adapta y los sistemas vienen con rutinas preprogramadas, que se pueden configurar al nivel de movilidad del paciente.

Los robots de rehabilitación de exoesqueletos para la parte superior del cuerpo se utilizan generalmente para recuperar las habilidades motoras gruesas en brazos y/o manos después de una pérdida debido a un derrame cerebral o una lesión cerebral. Generalmente, un brazo de exoesqueleto robótico unido a una silla y una pantalla de vídeo permite a los pacientes realizar movimientos dirigidos por el terapeuta y/o un vídeo.

Algunos, como el ReoGoTM de Motorika, utilizan un joystick asistido por robot. Al principio, el exoesqueleto mueve el joystick. Con el tiempo, a medida que el paciente gana fuerza mediante movimientos repetitivos, el brazo del paciente controla el movimiento del joystick de forma independiente. Un paciente de exoesqueleto comentó: "Al principio, mi mano estaba inmóvil, pero con el tiempo pudo repetir el movimiento del robot por sí sola".

También hay guantes de exoesqueleto enfocados a recuperar la motricidad fina en las manos. Gloreha Sinfonia de Reha Technologies, por ejemplo, es un guante robótico conectado a un sistema de vídeo 3D. El soporte para el movimiento de las articulaciones de los dedos se puede ajustar en función del nivel de movilidad de los dedos del propio paciente. Los vídeos en 3D se utilizan para mostrar ejercicios, pero también para estimular la función de espejo en el cerebro que activa el movimiento.

Los robots de exoesqueleto para entrenamiento de la marcha combinan con frecuencia una cinta de correr, o, en algunos casos, placas para los pies y un exoesqueleto. Como muestra, el Hocoma Lokomat, que es un exoesqueleto con un sistema de soporte de peso y articulaciones de rodilla y cadera ajustables. Los sensores de la articulación del exoesqueleto recopilan datos sobre el rendimiento del paciente. Muchos sistemas cuentan con ejercicios de vídeo que motivan a los pacientes a lograr objetivos específicos.

No todos los dispositivos robóticos para el entrenamiento de la marcha requieren exoesqueletos. Algunos son marcos móviles o cintas de correr con un arnés robótico que sostiene al paciente mientras camina. Los sensores en el arnés predicen y responden a la intención de movimiento del paciente, corrigiendo el apoyo de la cadera y el torso para estimular la marcha deseada. Una clínica informó de un aumento del 300% en la productividad de su tratamiento utilizando el exoesqueleto.

Algunos sistemas, como el ReoGo AmbulatorTM, combinan un arnés con pedales conectados a un marco robótico externo que controla el movimiento. El fabricante de exoesqueletos ReWalk Robotics recibió recientemente la aprobación de los Estados Unidos para su sistema ReStore dirigido a pacientes que no necesitan que su peso sea sostenido por un arnés. Se compone de un diseño suave, similar a una prenda que se conecta a una riñonera, y cables mecánicos que ayudan a levantar la pierna afectada del paciente en sincronía con su patrón natural de caminar.

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