Así es el día a día de un pescador de Mallorca: «Solo como tira de la caña ya se sabe que pez ha picado»

La rutina comienza cuando todavía es de noche. A las 5 de la mañana, Toni se levanta para acompañar a su familia y, una hora después, ya están en el mar. Desde el barco, destaca la belleza del amanecer, que tiñe el cielo con tonos cálidos y acompaña el inicio de una intensa jornada de trabajo. La primera tarea es retirar las redes lanzadas el día anterior.

De las redes extraen sepias, que guardan vivas en cubos con agua para usarlas más tarde como cebo. También sacan dos morenas, animales peligrosos que exigen habilidad y cuidado. Mientras tanto, el desayuno a bordo es tan tradicional como peculiar: pan con sobrasada y vino tinto, alimento de pescadores curtidos.

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Cuando comienzan a pescar con caña, la experiencia se hace evidente. «Solo como tira de la caña ya se sabe qué pez ha picado», comenta el joven sobre uno de los marineros. Y acierta: el primer ejemplar que sacan es un dentón, «grande y bonito, pero no barato», tal como lo describe Toni con entusiasmo. El segundo éxito del día es un mero que, en tono de broma, definen como «tan amable que les devolvió la sepia entera y viva».

El último premio que les da el mar es una serviola, culminando una jornada de pesca excepcional. Tras disfrutar de un pescado recién capturado y preparado al momento, se preparan para regresar a casa. Antes, lanzan de nuevo las redes, una tarea que requiere aproximadamente una hora. Con este vídeo, Toni no solo muestra la belleza del oficio pesquero, sino también el valor de las tradiciones que aún perduran en Mallorca.