Los cardenales reunidos en la majestuosa Capilla Sixtina vivirán en un ambiente de aislamiento total durante los próximos días. Sin acceso al mundo exterior, sin visitas, sin prensa y sin dispositivos móviles. Todo parte de una tradición que busca garantizar la total independencia y espiritualidad del proceso de elección.
El menú papal
El prestigioso nutricionista Giorgio Calabrese ha diseñado meticulosamente el plan alimentario para los 123 cardenales electores. Según explicó en declaraciones recogidas por medios vaticanos, el día comienza con un desayuno tradicional mediterráneo: tostadas con miel o mermelada acompañadas de té o café. «La alimentación durante estos días debe ser cuidadosamente equilibrada», afirma Calabrese. «El almuerzo consiste en platos ligeros pero nutritivos, como pasta con tomate y albahaca fresca o risotto de verduras, seguidos de proteínas ligeras como carne blanca o pescado a la plancha, nunca fritos».
Para los postres, la fruta fresca es la protagonista. Y, contrariamente a lo que podría esperarse en un evento de tal sobriedad, se permite una copa de vino. «El agua se bebe para hidratarse, el vino se saborea para alimentarse», explica el nutricionista, añadiendo un toque cultural mediterráneo al protocolo. Sin embargo, el menú propuesto por Calabrese es solo una recomendación. Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, las religiosas que administran la Casa Santa Marta donde se alojan los cardenales, tienen la última palabra sobre los platos que finalmente se servirán.
La prohibición de los espárragos: una restricción por respeto mutuo
Entre las curiosidades más llamativas del régimen alimentario se encuentra la prohibición expresa de los espárragos. A pesar de ser una verdura ligera, nutritiva y típica en la gastronomía mediterránea, este alimento no aparecerá en ninguno de los platos servidos durante el cónclave. El motivo de esta restricción no tiene nada que ver con simbolismos religiosos, sino con la pura bioquímica. Los espárragos contienen elevadas cantidades de compuestos sulfurados, principalmente ácido asparagúsico, que tras ser metabolizados producen moléculas volátiles responsables del característico y penetrante olor que se manifiesta en la orina tras su consumo. «Es una cuestión de respeto mutuo en un ambiente cerrado y espiritual», señala el liturgista Nicola Bux. Considerando que los cardenales comparten instalaciones sanitarias durante estos días de clausura, este tipo de consideraciones prácticas adquieren una dimensión de cortesía colectiva.
Otra restricción histórica, que se remonta al siglo XIII, es la prohibición de alimentos rellenos o cerrados. Esta medida, que excluye platos como pollos rellenos, empanadas o pasteles con relleno, tiene un origen práctico: evitar que se puedan ocultar mensajes o comunicaciones dentro de la comida. En la misma línea de prevención, todas las bebidas se sirven en recipientes de cristal transparente, para que su contenido sea visible en todo momento. Estas precauciones, que podrían parecer excesivas en el siglo XXI, reflejan episodios históricos de intentos de manipulación de cónclaves pasados.
«El cónclave no es un retiro placentero; es un tiempo de discernimiento intenso donde cada elemento, incluso la comida, debe estar orientado al bien común del cuerpo eclesial», explica Antonio Spadaro, director de la prestigiosa publicación 'La Civiltà Cattolica'. Un aspecto poco conocido del cónclave es que los platos son preparados y servidos por «laicos de confianza» que trabajan bajo un estricto juramento de secreto. Estos profesionales, seleccionados cuidadosamente, se comprometen a no revelar ningún detalle sobre las conversaciones o acontecimientos que pudieran presenciar durante su servicio.
9 comentarios
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En tan ridiculo todo, que roza el esperpento, no se dan cuenta que todo el mundo los mira, no se dan cuenta que las ovejas cristianas católicas, ya piensan por si mismas, no se dan cuenta que el rebaño los ha mandado a tomar viento. Se aferran al poder como una lapa, y todo lo demás les importa una m...
La roqueta...😅Estos viven en su mundo.
Si pasaran hambre de verdad, a la primera salía el Papa.
Miris on miris tots són cardenals
Personalmente, los ponía a pan y agua hasta que se pusiesen de acuerdo, les vendría bien para rebajar esas carnes que lucen, aunque seguramente un día antes de reunirse ya se habrían puesto de acuerdo para no pasar por tal mal trago, así se acabaría toda la pantomima que lian.
Creo en la espiritualidad, pero no en esta ridícula actuacion que sabemos TODOS que detrás hay un interés político y que si hay algun cardenal que no coincide en el pensamiento del nuevo papa, a TODOS nos hace pensar que durará poco. Que se lo van cargar.. vamos.
La comida es tan buena que se han puesto de acuerdo para alargar el nombramiento.
A día de hoy con gente pasando HAMBRE estas TONTERIAS sobran...
La descripción de lo que producen los espárragos es muy sutil en lugar de poner los gases lacrimógenos que hacen al soltar por los cuartos traseros de los señores cardenales.en pocas palabras p.e.d.o.s