Relevo en la Iglesia Católica

¿Por qué cambian de nombre los papas? Historia de una tradición que adelanta intenciones

Todo listo en El Vaticano para elegir al sucesor de Francisco | Foto: Vatican News

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El Vaticano busca al sucesor de Francisco y una de las incógnitas, además de la identidad del elegido, es el nombre que adoptará el futuro papa, una antiquísima tradición que suele servir como primera declaración de intenciones.

¿Será Francisco II? ¿Benedicto XVII? ¿Otro de los muchos Gregorio, Inocencio o León que se sucedieron a lo largo de la historia? Esto nadie lo sabe, pero especular o hasta apostar por eventuales nombres se ha convertido en una práctica habitual en estos días romanos. Un total de 133 cardenales se encerrarán mañana en la Capilla Sixtina para elegir en un cónclave al sucesor del papa Francisco y el resultado no se conocerá hasta que el elegido se asome al balcón de la basílica de San Pedro para presentarse al mundo.

'Sibi nomen imposuit'

La primera misión del designado será elegir un nombre papal y, para ello, aún dentro de una Sixtina entre aplausos, otro cardenal le preguntará si acepta el nombramiento y cómo desea ser llamado. Después, desde el balcón de la basílica de San Pedro, se desvelará la identidad del nuevo pontífice con la fórmula en latín 'Habemus papam' y, tras anunciar su nombre de pila, revelará el pontificio: 'Qui sibi nomen imposuit' (que ha decidido llamarse)...

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La tradición de que los papas cambien sus nombres al comienzo de sus 'reinados' surge en los albores mismos del cristianismo. El propio Jesús de Nazaret rebautizó a Simón como Pedro, el fundador de su iglesia y, por lo tanto, primero entre los pontífices venideros.

No obstante, el origen de esta costumbre es mucho menos bíblica y bastante posterior en el tiempo, ya que en los primeros siglos de la iglesia los obispos de Roma usaron generalmente sus propios nombres, acompañado a menudo con sus lugares de origen. La usanza cambió en el año 533, en las ruinas del Imperio Romano, cuando el elegido, Mercurio di Proietto, decidió llamarse Juan II para no llevar la denominación de un dios pagano. Su pontificado duró dos años, hasta el 535, pero a partir de ese momento muchos de sus sucesores decidieron imitarle cambiando sus nombres de pila por el de apóstoles, mártires y otros jerarcas del cristianismo.

Con el paso del tiempo, esta práctica de la elección del nombre ha significado en muchas ocasiones toda una declaración de intenciones. El argentino Jorge Mario Bergoglio sorprendió al estrenar en 2013 el nombre de Francisco en honor al santo de Asís. Después explicaría que fue el cardenal brasileño Claudio Hummes quien se lo sugirió al poco de ser elegido en el cónclave: «No te olvides de los pobres».