NANDO ESTEVA

«Me quedé sin oxígeno en Maldivas haciendo fotos de tiburones»

Los disparos creativos de Nando Esteva se imponen en los New York Photography Awards gracias a una serie de trabajos creados íntegramente con inteligencia artificial

Imagen de Nando Esteva posando en su estudio de fotografía. | Foto: T.Ayuga

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Nada hay menos premeditado que el encuentro entre una sensibilidad y un instante fugaz. Nadie lo sabe mejor que un fotógrafo, y nadie lo capta mejor que su objetivo. Luego ya es cosa del público observar el fruto de esa unión tan singular. Contemplar la fotografía, perderse en ella, apreciar su equilibrio y armonía, su técnica, su luz, escucharla... porque todas las imágenes hablan y no a todos nos dicen las mismas cosas. De eso va el arte. Créanme, si una obra se mueve bajo esos preceptos, la vida de su autor no habrá sido en vano. Ese tipo de retratos intuitivos, naturales como un estornudo, son los que más disfruta un fotógrafo. Pero como hay que llenar la nevera, Nando Esteva alterna los trabajos publicitarios con sus ‘disparos’ creativos.

La lista de premios que engalanan sus vitrinas es más larga que la deuda nacional argentina, son el testimonio silencioso de 30 años de ‘creatividad, transgresión y originalidad’, como reza en tono descriptivo en su página web. Y justo esa innovación y talento que desprende su contribución a la industria publicitaria, se aprecia también en sus recientes trabajos con inteligencia artificial, premiados en los recientes New York Photography Awards.

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¿Cómo se ‘enganchó’ a la fotografía?
–Empecé muy joven, la magia de ver un revelado me cautivó.

¿El fotógrafo es un guardián de la memoria visual de su tiempo?
–Totalmente de acuerdo, creo que tenemos la responsabilidad de captar lo que vemos.

¿Cómo explicaría su proceso creativo a quien no entienda la técnica de la inteligencia artificial?
–Entreno con fotografías o imágenes lo que quiero y hasta donde quiero llegar, y a partir de ahí obtengo resultados que si se van trabajando pueden alcanzar una calidad muy alta, a la que no podría llegar con fotografía analógica o digital.

¿Entiende que para un purista una fotografía tomada con IA pueda ser como echarle ketchup a la paella?
–Sí, lo entiendo. Es una técnica nueva, como cuando llegó el digital y podíamos hacer fotos con un móvil que ahora es algo cotidiano.

¿La IA ha llegado para instalar un nuevo paradigma en el arte?
–Por supuesto, al cien por cien.

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¿El futuro de la fotografía lo marcará la IA?
–Creo que no, la IA va a ser una más de las técnicas nuevas al servicio de los profesionales.

Algunas voces advierten que la IA influirá negativamente en la formación de los nuevos fotógrafos...
–Es algo que me preocupa. Desde que salió la noticia de que se podía hacer uso de la IA es desde cuando más estoy volviendo a estudiar fotografía, para refrescar conceptos que se me han podido olvidar.

Está demostrado que la IA es un acelerador de las fake news, ¿teme que esa mala fama alcance a su sector?
–Sí, totalmente. De momento lo que sabemos es que la llegada de la IA amplificará de forma brutal la creatividad en mi sector.

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¿Para ser un buen fotógrafo hay que aprender a mirar antes?
–Hay que aprender a mirar, hay que aprender a ver y hay que tener sensibilidad.

Aunque pertenece al mundo del arte, la fotografía parece hallarse en el borde. ¿Qué le falta para formar parte de la ‘alta cultura’?
–Lo he sentido en mi carrera, no me han dejado expresarme en galerías de arte. ¿Por qué? Porque también hago publicidad. Estamos en el borde, y creo que solo me puedo aferrar a que mi trayectoria me consolide y la gente quiera ver lo que hago.

¿Qué retratos o elementos le inspiran una narrativa visual potente?
–Esa narrativa tan potente, esa tensión, te la da la expresión.

¿A qué desafíos se enfrenta la fotografía actual?
–A muchos, ahora estamos en jaque porque desconocemos la gravedad y potencia de una técnica tan novedosa e intrusiva como la IA.

¿Para ser un buen fotógrafo es necesario despojarse de los prejuicios?
–El qué dirán te tiene que dar igual. Una de las primeras fotos que hice de chaval fueron unas macros de unas flores y mis colegas se rieron, pero me dió igual y eso me ha curtido.

¿Qué le conmueve tras el objetivo?, ¿qué le despierta la atención?
–Lo que me aflora una sensibilidad extrema y me provoca ciertas subidas y bajadas emocionales es conseguir algo inédito, algo que nadie ha realizado.

¿Qué hay detrás de la foto perfecta?
–Creo que no existe la foto perfecta.

¿Qué momento fotográfico marcó su vida?
–Fueron dos momentos: uno fue un homenaje a mi padre fallecido, un proyecto denominado Barro que fue mi primer premio conseguido en España; y a nivel publicitario una de las satisfacciones más grandes ha sido fotografiar numerosas veces a Rafa Nadal, me dio mucha disciplina, y eso se tradujo en contratos que han cambiado mi panorama.

¿Alguna vez se jugó el tipo para tomar una foto?
–Sí, varias. Antes no había drones y haciendo un trabajo en un hotel en Mallorca me subí a un parachute tirado por una lancha para hacer fotos, tuve la mala suerte de sufrir un accidente, me golpeé la cara y fracturé la nariz… También me quedé sin oxígeno en Maldivas haciendo fotos de tiburones a veintidós metros, además me había cortado con un coral, imagina…

¿Se arrepiente de haber tomado alguna foto?
–A día de hoy no, cuando he considerado que no debía tomar una foto he tenido la libertad para no hacerlo.

¿Qué período histórico de la fotografía le resulta más estimulante?
–Los años 60 y 70 por su inocencia, esos peinados me siguen cautivando.

En cada disparo el objetivo revela algo íntimo del retratado, pero también plasma la visión del artista. ¿Qué debe prevalecer?
–Creo que ambas. Un retrato tiene que satisfacer a ambos, por eso le tengo tanto respeto a los retratistas.

En su opinión ¿que sería ‘infotografiable’?
–Creo que hay que ser muy cauto con el tema de los niños, están indefensos en los tiempos que corren.

¿Qué foto que no pudo hacer tiene grabada en la memoria?
–Pues no sé por qué, pero de pequeño me hubiese encantado fotografiar a Michael Jackson. Me parecía un personaje muy potente delante de la cámara.

¿Cómo se evita caer en el morbo en una fotografía?
–Me siento muy responsable con lo que creo, cuando uso el morbo suele ser para un trabajo publicitario, por ejemplo para darle a un grifo cromado curvas femeninas.