Imagen de la celebración del Dia de la Pesta celebrado este sábado en Palma, que conmemora que la llegada de las reliquias de Sant Sebastià contribuyeron a un notable retroceso de la terrible pandemia que azotó a la capital balear. | Emilio Queirolo

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El 'Dia de la Pesta' arrancó este sábado a las cinco de la tarde en la plaza de Cort, donde unas mil personas se congregaron vestidas de negro, como rezaba la convocatoria. Sobre las cinco y media, aparecieron por las calles que dan a la plaza del Ajuntament de Palma unos 40 miembros de la Cofradía de la Peste, ataviados con capa y máscara negras, quienes 'contagiaron' a los ciudadanos pintándoles la cara de negro, generando una mezcla de pánico y alborozo entre los presentes.

Tres jinetes se dirigieron a Cort, donde antiguamente se encontraba el hospital de la ciudad, para pedir ayuda. Uno de los encapuchados cayó del corcel sin que se lamentaran daños importantes. Un' 'jutjat' se asomó a una ventana para responder con un sí a la petición, momento en el cual se abrieron las puertas del edificio y salieron siete médicos, vestidos con capas verdes y máscaras negras de gran nariz, que antiguamente se usaban para evitar contagios y que con el tiempo se han convertido en símbolo de la pestes.

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Al son de los tambores, los médicos, los jinetes y el 'jutjat' encabezaron la marcha ciudadana hasta la plaza de Llorenç Bisbal, donde se encontraron frente a frente con el mismísimo Manuel Siruavinsqui, a quien imploraron la entrega de las reliquias de San Sebastià para proteger a la ciudad de la peste. El monje guerrero accedió con la única condición de que cada año se celebren en Ciutat fiestas en honar al santo.

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Siruavinsqui concluyó su discurso al grito de «Visca Sant Sebastià!», y todos los miembros de cofradías sacaron sus pañuelos de fiestas, llenando de color la plaza y arrancando una fiesta, cortesía de los djs Will DC y Meneo, que se prolongó durante varias horas.