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La Navidad empieza muy pronto en casa de Jana Krüssin, Jaume Peña y sus hijos Siena y Kiartan. Juanita, como es conocida   en Sóller, donde vive desde hace años, es nativa de Sajonia, una de las zonas con más tradición navideña de Alemania. «Creo que es porque en diciembre todo es gris y oscuro. A las cinco de la tarde, ya es de noche y hace un frío horrible. De alguna manera tenemos que soportarlo», bromea. «La primera vez que fui a su ciudad a principios de diciembre, me quedé flipando con la decoración de las casas, los mercadillos navideños, las figuritas de madera talladas a mano que pasan de generación en generación...», recuerda Jaume, quien se ha acostumbrado a que, «a partir de octubre, ya se empieza a preparar la Navidad».

Una de las tradiciones más arraigadas en su casa es la de los calendarios de adviento caseros. «Mi madre me hace uno cada año, y yo le hago otro a ella, y nos los mandamos. Son pequeños detalles dentro de bolsitas de tela: manualidades, dulces, figuritas, poemas, productos para el baño...», explica Jana, quien también prepara un calendario para sus hijos y otro para un vecino muy querido. «Es mucho trabajo, hay que pensar y preparar 25 detallitos para esa persona. Es una forma de decir que es importante para ti», señala. Jana mete los regalos de sus hijos en una preciosa caja de cerillas que le dio hace años un amigo al acabar la carrera de diseño.

«Me encanta la idea de reutilizar, en vez de comprar y contribuir a que la Navidad sea una fiesta del consumo», destaca. Cada día, Siena y Kiartan encuentran en una de las puertas o ventanas de la casa un dibujo, un dulce, un cuento o una propuesta de actividad, como por ejemplo una receta para hacer galletas en familia. «Los regalos que más nos gustan son los que no se comen, sobre todo las manualidades», aseguran.

Detalles de amor
Aunque es una costumbre en principio ajena a nuestra tradición, parece que los calendarios de adviento se van abriendo paso en nuestras latitudes. María de Bonilla regenta la empresa de repostería creativa Mom&Mom y lleva unos cinco años creando su propia versión con deliciosas galletas bellamente decoradas con motivos navideños. «Vimos que se ponía de moda y pensamos que sería bonito dar una alternativa artesana al típico calendario de supermercado. Empezamos con 20 y este año hacemos 50. Cada vez los pide más gente», asegura María.

Más allá de los regalos, la tradición tiene un profundo significado, como cuenta Agatha Radke, alemana y vecina de Palma. «El otro día encontré un calendario que mi vecina, también alemana, me dejó en la puerta. Hace mucha ilusión porque significa que esa persona ha pensado en ti», subraya y añade que mucha gente tira de creatividad para hacer calendarios muy personales.

«A una amiga, su hija adolescente le regaló uno donde todos los días encontraba ‘una razón para ser feliz cada mañana’. En la pandemia, mis padres me enviaron uno de chocolate con el diseño de mi ciudad. Una pareja que tuve me dio un librito escrito por él con 24 capítulos para que leyera uno cada día. Y conozco el caso de una pareja a distancia en que ella le envió un calendario con fotos eróticas para abrir boca antes de encontrarse el día de Navidad», ejemplifica.