Juan Aguiló, chef y uno de los socios de Alter Ego. | Pilar Pellicer

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Como Liam Neeson y el ‘prota’ de Peaky Blinders, como U2 y The Cranberries, como la afilada pluma de Oscar Wilde y el bocazas de Conor McGregor, y como la aguja hipodérmica, el asiento eyectable y el efecto invernadero. Como ellos, el croffle también nació en Irlanda. En la bulliciosa Dublín, para ser más exactos. Un aroma sutil repleto de matices eleva la experiencia gastronómica de zamparse uno de estos dulces que también tienen su versión salada. Alter Ego, una cafetería ubicada en el corazón de Palma, es el primer comercio en despachar esta deliciosa creación nacida en el país de la Guiness. Juan Aguiló, chef y uno de los cuatro jóvenes emprendedores al frente de este establecimiento, lo descubrió en un viaje a Dublín. Pero, ¿qué es exactamente un croffle?, ¿de qué está hecho? y ¿a qué sabe? A estas preguntas responde Dani Reynés, otro de los socios de Alter Ego.

Aunque ya hace tiempo que ocupan un lugar en las vitrinas de las cafeterías más cool de Barcelona, lo cierto es que el dulce crujir del croffle era toda una incógnita para el paladar mallorquín. Fue creado por un pastelero irlandés que se inspiró en dos viejos conocidos: el croissant y el gofre. Solo de pensarlo, algunos ya estarán salivando. Y es que, si por separado están deliciosos, no hace falta un máster en Yale para imaginar el resultado de su fusión. Se cocina en una plancha para gofres, aplicando presión hasta lograr un dorado perfecto y una cocción completa. «Se hace con la masa cruda del croissant, se le da forma en la mesa y se mete en la gofrera. Luego solo hay que decorarlo», explica Reynés, que matiza que el «proceso completo dura tres minutos». Su sabor recuerda al exterior crujiente de un croissant, coronado con «toppings de Pantera Rosa, Kinder Bueno, Oreo, pistacho y otros sabores».

A diferencia de otras ciudades, el croffle que sirven puede degustarse salado, según nuestras preferencias podremos elegir diferentes opciones. Su preparación, en este caso, varia ligeramente: «Abrimos la masa por la mitad, en forma de kebab, y la rellenamos con salmón, jamón ibérico y mermelada de tomate, o remolacha. Y se come con un papel, como el kebab», agrega. Dulces o salados, los croffles están de moda y triunfan en desayunos, brunchs y meriendas. Prueba de ello es que sus fotos triunfan en las redes sociales. Según explica Reynés despachan «unos ciento cincuenta por semana», y es una tendencia al alza fruto del boca-oreja, porque «quien lo prueba repite».

Novedad

Los croffles no son la única novedad que nos brinda esta céntrica cafetería, también enlatan las bebidas. Si tiene prisa o prefiere degustar su café paseando, no le ofrecerán el clásico vaso de cartón. «Tenemos la primera máquina envasadora de la isla, usamos dos tamaños, de 0.33, que es el tamaño estándar de una lata de refresco, y medio litro. Podemos enlatar cafés, tés y smoothies».