Isidoro Iglesias, que colecciona prácticamente todo lo que sea antiguo, organiza una feria de coleccionismo en Casa Planas.

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Através de María Luisa Marqués Rattier nos ponemos en contacto con Isidoro Iglesias, coleccionista de antigüedades en su tiempo libre. Nuestra intención, al hablar con él, es para que nos cuente el proyecto que tiene en marcha para relanzar el mercadillo de coleccionismo que durante unos años, y hasta hace cuatro, se venía celebrando en el patio de La Misericòrdia, y que por ciertos comportamientos de algunos –pocos– coleccionistas, y con la excusa de que iban a comenzar unas obras en dicho lugar, «nos invitaron a marcharnos, sin decirnos que volviéramos una vez que se fueron los albañiles».

Un mercadillo en el que el coleccionista en general podía encontrar lo que anduviera buscando y, de paso, pasar el tiempo en lo que le gustaba, además de poder conversar de sus cosas con otros coleccionistas.

En busca del lugar apropiado
«Fue una lástima –señala Iglesias–, ya que nos quedamos sin lugar donde hacer el mercadillo. Porque si vas, como persona física, a una institución, sea Ajuntament, Consell o Govern, a pedir permiso para montar el mercadillo en alguno de sus espacios, sean abiertos, sean cerrados, no te lo dan. Por eso, hemos recurrido a Casa Planas para que nos deje uno de sus locales en el que ubicarnos, y nos ha dicho que sí, que podemos disponer de uno el próximo día, 6 de mayo, para instalar el mercadillo y abrirlo al público. También, y a fin de que lo conozcan, y que sepan de nuestras inquietudes, aprovecharemos para invitar a las autoridades, a las que pediremos que nos cedan un espacio, en cualquier plaza, o donde ellos consideren, para podernos instalar una vez a la semana… O las veces que ellos crean conveniente».

En cuanto a lo que se expondrá en dicho mercadillo, o fireta del coleccionista –o del coleccionismo–, será muy diverso: filatelia, numismática, libros antiguos, tebeos, tanto antiguos como modernos, algunos elementos de la colección de radios de las hermanas Marqués Rattier… Objetos, muchos de ellos difíciles de encontrar, y que seguro que captarán la atención, tanto del coleccionista como del curioso. «Porque lo que seguro que no va a encontrar en nuestro mercadillo –advierte Isidoro–, son cosas que le sobran a uno en su casa, o la figurita que dejó la abuela cuando se murió. No, todo lo que allí habrá es puro coleccionismo».

Ni que decir tiene que tanto Isidoro Iglesias como quienes forman parte del mundo del coleccionismo, estarían encantados con que Cort les cediera, un día a la semana, un sábado o un domingo, la Plaça del Tub, «para nosotros el mejor sitio, por lo amplio y por lo fácil que es acceder a él. Y porque en sábado y domingo, allí no hay mucha actividad. Pero que nos lo cedan no depende de nosotros, sino de los que mandan… Porque pensamos que no es pedir mucho, ¿no? ¡Ah!, y que quede bien claro que no buscamos ninguna subvención, sino un espacio público para montar la Fireta del Coleccionisme».

Otras colecciones
Al margen de la Fireta del Coleccionisme, a celebrar el 6 de mayo en Casa Planas, y de la búsqueda de ese lugar donde plantarla una vez a la semana, indagamos más sobre el coleccionismo, que como su nombre indica, su campo se puede extender, no diremos que hasta el infinito –pese a que todo puede coleccionarse–, sino más allá de lo que uno puede imaginar. Porque está el coleccionismo para exponerlo en la Fireta, a la vista de todo el mundo, y el que uno, a título particular, lleva a cabo, como podría ser, por ejemplo, el coleccionista de fotografías de muertos, sean niños o adultos, fotografías hechas a finales del XIX y principios del XX, con el protagonista de la misma de cuerpo presente, en el féretro… «Eso se solía hacer antes, hace muchos años… Y más si era un niño el que moría. La familia lo fotografiaba para no olvidarle, para tenerle siempre presente». Y por lo visto lo de hacer la foto requería lo suyo. «Sí. En primer lugar, un fotógrafo, luego la cámara, que en aquellos tiempos se apoyaba sobre un trípode, luego preparar al fallecido para la foto… Yo tengo varias, que no llevo a ninguna fireta, sino que son de una colección muy particular de mi propiedad… ¿Que cómo me hago con ellas…? Comprándolas a otros que las coleccionan, o a alguien que tiene un familiar que tiene una foto de esas o de otro familiar. También se pueden adquirir a través de Internet… Entras en el buscador, pones post morten y ahí las tienes todas. Eso sí, son bastante más caras de las que puedas comprar a particulares. Yo pago por ellas entre 20 y 30 euros, mientras que por Internet te salen entre 100 y 150. Pero, ya digo, son fotos para no exponerlas en ninguna Fireta».

Te atrapará su lectura

María Belén Racedo es argentina, de Córdoba, aunque sus raíces son mallorquinas, dado que sus abuelas nacieron en Alcúdia. Con sus dos hijos varones, vive en Mallorca desde 2007. Este viernes, día 28, presentará en Agapea La rebelión de las Ximeras, «una novela llena de personajes interesantes y sucesos fantásticos, que te atrapará –asegura– desde que comiences a leerla. Aparte, creo que gustará la trama y los giros que da la historia a lo largo de las páginas».

Reconoce que su pasión por la escritura nació cuando, al cumplir 12 años, la llevaron «a lo que sería mi primer taller literario, aunque… Mi abuelo era poeta, mi padre también. Incluso mi abuela, que apenas sabía leer, escribía poesías y pequeñas historias que le ayudaban a evadirse de su rutina, de la pobreza y del mal estado político de la Argentina de aquellos tiempos. También debo decir que mis padres me ayudaron a expresar las emociones a través de la creatividad, lo cual me ayudó mucho, pues siendo una niña muy callada, esta fue mi manera de comunicarme».

María Belén está feliz ante la presentación de su libro, este viernes, en Agapea.

Aunque, según reconoce, Gabriel García Márquez siempre ocupó su corazón, María Belén tiene en Isabel Allende a su escritora favorita, «ya que siempre escribe sobre mujeres fuertes e historias marcadas por el machismo, que alterna con historias fantásticas. Sí, aparte de admirarla, le tengo mucho cariño».

Volviendo al libro que presenta, si lo titula La rebelión de las Ximeras «es porque cuando era pequeña –dice–, inventé un mundo de Ximeras, que es como llamaba a las hadas. Mi abuelo paterno nos llenaba de historias de duendes y seres mágicos del bosque. Decía que la avaricia del hombre y su crueldad los había obligado a esconderse y a desaparecer. Yo soñaba con ayudarles a tener un equilibrio en nuestro mundo y recuperar su libertad. Para ello, creo que incorporé los sentimientos que nacieron en mí en aquella época, fruto de las limitaciones que me imponían por ser niña», afirma.