Asistentes al evento del jueves en el bar Ca'n Mona. | Teresa Ayuga

TW
0

La moda de quedar con amigos para pintar con una copita de vino, que ya arrasa en Londres, Barcelona o Madrid, aterriza en Mallorca con mucho éxito. La actividad se consolida como una forma para escapar de la rutina, conocer gente y disfrutar de nuevos planes con amigos. No se mide la capacidad artística de cada cual, lo que cuentan son las risas y el buen rollo que se genera entre desconocidos, durante dos horas en un bar.

Nicole Sevchenko y Anahi Mari son las jóvenes detrás de Saori, la empresa que organiza estos eventos en Palma. «Al final acabábamos yendo siempre a algún bar contándonos nuestras cosas y ya», rememora Anahi. Precisamente, esa dificultad por encontrar una oferta de ocio diversa fue lo que las impulsó a montar una alternativa: las noches de arte y vino. «La idea es hacer un plan distinto, que salga de la rutina de solo ir a tomar algo, contarse la vida y que sea siempre lo mismo», explica su amiga y ahora socia Nicole. Pese a que existen talleres de pintura a los que acudir con amigos, Nicole detalla que «te suelen poner a pintar una cosa establecida o te dan una clase y son siempre en el mismo sitio». Su evento se realiza cada vez en un bar diferente y no dan pauta de lo que pintar; hay libertad total para dejar fluir la creatividad, quizá animada por la consumición que incluye la entrada.

La del jueves en el bar Ca'n Mona fue la cuarta sesión que organizaron y resultó un auténtico 'sold out': las veinte entradas se agotaron en cuestión de dos horas. Entre los asistentes, hubo jóvenes que acudieron solos, grupos de amigos e incluso un cumpleaños: Mar celebró sus treinta en compañía de cuatro colegas, pintando un estampado de corazones, que le evocó la frase de la tarjeta que cada uno recibe.

Ta200423666-01.jpg

Ta200423666-02.jpg

Ta200423666-13.jpg
Los eventos se organizan cada dos o tres semanas. Las próximas fechas se anunciarán a través de su perfil de Instagram @saori.palma. Fotos: TERESA AYUGA.

Las risas y las charlas propiciaron un ambiente de lo más distendido, que acabó, dos horas después, con nuevas amistades y resultados artísticos dispares: desde un curioso cerdito rosa, pasando por figuras abstractas hasta increíbles y muy detallados paisajes montañosos, que los asistentes guardaron como recuerdo de una noche especial.