Marisa Cañas es la tía y tutora del hombre que agredió días atrás a una trabajadora del Psiquiátrico. Por eso da la cara por él, señalando que no es un delincuente, sino un enfermo, por lo que si no le tienen aislado y vigilado, volverá a agredir.

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Hace unos días un interno en el Psiquiátric de Palma agredió a una mujer de la limpieza causándole lesiones graves. «Este interno agresor –nos dijo Marisa Cañas, nacida y residente en Palma, hija del músico salvadoreño Andrés Cañas, que junto con sus marimbas (el grupo se llamaba Andrés Cañas y sus marimbas) llegó a Palma para inaugurar Tito’s hace varias décadas– es mi sobrino, y es un enfermo… Y su enfermedad avanza… Pero antes que nada, vaya mi apoyo total y mi solidaridad con Rogelia, la mujer agredida por él. Porque de verdad, no tengo palabras para pedirle perdón… En esta ocasión le ha tocado a ella, como en otras les tocó a otros enfermos. Porque si mi sobrino está ahí es porque es un enfermo, no un delincuente. Sí –subraya–, un esquizofrénico con trastornos de doble personalidad y otros problemas. Por eso debe de estar siempre vigilado y apartado de los demás...

Mire, el 29 del pasado mes de noviembre salimos a comer juntos, acompañándonos su tutor. Fue un almuerzo tranquilo, sin ningún sobresalto, sin que molestara a nadie, dado que se comportó fenomenalmente. Y es que cuando está bien, no parece un enfermo, sino que sabe estar y se muestra en todo momento muy educado. Lo malo es que cuando, según él, escucha voces en su mente, se transforma. Sí, porque él busca a la persona que mató a su madre, cuando realmente nadie la mató. Pero desde entonces cree que alguien la mató, de ahí que busque a esa persona. Y son esas voces que dice escuchar, las que le indican quién la mató, y entonces es cuando se transforma. No viola, pero agrede a quien cree que es el causante de la muerte de su madre siguiendo lo que le indican esas voces».

Desde el pasado 29 de noviembre, no ha vuelto a salir, «ni siquiera me dejan que le llame, pues está aislado al haber agredido a otros enfermos dentro del Psiquiátrico, lo cual me parece muy bien –dice Marisa–. Me refiero a que esté aislado. ¿Que por qué les agredió? Seguramente, por el mismo motivo que agredió a Rogelia. Porque el personal del Psiquiátric no es suficiente… O eso es lo que me dicen».

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«Cuando se escapa viene a casa»

Marisa, con motivo de su cumpleaños, pidió visitarle y comer con él, pero desde el centro le contestaron que lo mirarían y que le avisarían… «Pero al día siguiente sacó su ira contra esa buena mujer, con la que se ensañó dándole una paliza. Y yo me pregunto, ¿si está aislado, cómo pudo agredirla? A lo que me contestan que si no vieron la agresión fue porque se produjo cuando estaban haciendo el cambio de guardia, y en ese momento no veían las cámaras. Pero, insisto: si estaba aislado, ¿cómo pudo agredir a esa señora? ¿No sería porque alguien dejó la puerta abierta y pudo salir? ¿O ella, entrar sin saber que él estuviera dentro? ¿Por qué no había nadie vigilándole?».

Tal vez en el Psiquiátrico, a causa de las obras, haya muchas puertas abiertas
Tal vez en el Psiquiátrico, a causa de las obras, haya muchas puertas abiertas.

Marisa nos recuerda que en dos ocasiones logró escaparse del Psiquiátric, «y no me explico cómo lo consiguió… Pero lo cierto es que salió, y que vino a mi casa, y yo no le dejé entrar, sino que llamé al Psiquiátrico ¿Y qué pasó? Pues que al rato se llenó la calle de policías para cogerle y llevárselo… Por eso pienso que si se escapa –insiste Marisa– es porque no hay vigilancia suficiente, tal vez por falta de personal, o porque ahora, con las obras que están haciendo, el centro tiene más salidas. Por eso, que le den otra opción, porque de lo contrario, ahí, cada vez que pueda, volverá a agredir, o a escaparse y agredir, puesto que, repito, es un enfermo que ha de estar totalmente controlado… Porque hace un tiempo –recuerda Marisa–, estuvo en una clínica de Madrid de mucho renombre, siempre vigilado, y nunca pasó nada. ¿Por qué aquí sí…? Está claro. Sucede, insisto, porque no está lo debidamente medicado y está mal vigilado. Y no lo digo solo en defensa de él, porque sé que a nada que pueda, que en cuanto esas voces le digan lo que ha de hacer, volverá a agredir a la persona que tenga cerca en ese momento».

El próximo día 21 cumplirá 49 años, y está así desde los 14, y a lo que vemos, cada vez peor. «Desde luego, voy a luchar para que no ocurra lo que me han dicho que puede ocurrir, que entre en la cárcel a fin de poder controlarle mejor, y lucharé porque no ocurra eso porque, como digo, él es un enfermo, no un delincuente».

Finalmente, Marisa, vuelve a pedirle perdón a Rogelia, la trabajadora agredida por su sobrino. «Me pongo a su disposición para lo que quiera. No es justo lo que le ha hecho… Pero lo peor es que no sabe por qué lo ha hecho, y que lo volverá a hacer a nada que le dejen de controlar. Y es que, insisto está muy enfermo».