Clara Buades visitando las luces navideñas en Seúl.

TW
7

Los reencuentros familiares son la esencia navideña. Como el turrón del famoso anuncio, muchos regresan a Mallorca para compartir en estas fechas mesa, conversación y, de vez en cuando, alguna que otra discusión en familia. Es la norma, pero tiene también sus excepciones. Diseminados por el mundo, son muchos los mallorquines que, por distintos impedimentos, vivirán la Navidad de este 2022 lejos de casa, sin sopa de Navidad y en una cultura distinta. Es el caso de Clara, Samuel, Patricia, Marina y Ariadna, cinco jóvenes repartidos entre tres continentes que, pese a la distancia, se disponen a celebrar una de las mejores Navidades de sus vidas.

Clara Buades y Samuel Guerrero, en Corea del Sur

La palmesana Clara Buades, de 27 años, las Navidades en familia son sagradas. Sin embargo, este año las afrontará por primera vez sola y en otro país. Nada más y nada menos que a 15 horas en avión de distancia. Junto con una amiga Cristina se mudó el 16 de noviembre a Corea del Sur para experimentar, durante un año, la vida en el extranjero. Recién aterrizada, no se plantea volver por estas fechas: «Cuando me fui ya sabía que no iba a volver de visita. Volveré a Mallorca cuando de por terminada la experiencia». Su alternativa para este 25 de diciembre será pasar el día con sus nuevos amigos, todos ellos extranjeros en Seúl, que, lejos de casa, se harán compañía unos con otros. «Quizá haré una videollamada con la familia y mientras ellos coman, yo cenaré», prevé Clara. La distancia dificulta sus tradicionales Navidades: se quedará sin la sopa de su abuela, aunque, antes de partir de la isla, ya recibió de sus padres el regalo de Reyes: «Un abrigo bueno que aguantará muchos grados bajo cero, ¡muchísimos!». Samuel Guerrero, palmesano de 24 años, trabaja en una guardería de Seúl. El alto precio de los billetes le ha impedido volver a casa por Navidad, pero no estará solo. En su peculiar aventura le acompaña su hermano, con el que este 25 de diciembre visitarán el mercadillo navideño del palacio de Gyeongbokgung, la catedral de Myeongdong y verán las luces navideñas desde el río Cheonggyecheon. «Para no sentirme tan alejado de España también haré directos en mi canal de Twitch», recalca.

Samuel Guerrero, en Bosingak (Corea del Sur).
Noticias relacionadas

Ariadna González y Alejandro Jaume, en Estados Unidos

Con solo 15 años, Ariadna González Roig pasará la Navidad con otra familia a más de 7.000 kilómetros de la isla. Se encuentra en el estado de Alabama, cursando décimo grado, el equivalente a 4º de la ESO. Comerá en compañía de su familia americana las allí tradicionales costillas y judías verdes, entre otros muchos. «Espero que tengamos un poco de hueco porque mis padres nos han enviado turrones y neules». Lo que más echará de menos, además de a su familia, será la sopa de Navidad, el chocolate caliente y las ensaimadas de Ca'n Joan de s'Aigo. Ya tiene la vista puesta en Nochevieja: piensa comerse las uvas por videollamada, a la vez que lo harán en casa, pese a que en Alabama sean las 17h. «A mi familia americana le hace mucha gracia la tradición de las doce uvas». De estas Navidades se queda con las decoraciones navideñas de las casas de Alabama: «Me parece como estar en una película». Alejandro Jaume, palmesano de 24 años, es ya veterano en el país americano. Hace dos años se trasladó a Indianápolis para cursar un máster de Enseñanza del Español. En agosto de este año ha comenzado ya el doctorado, en el estado de Nueva Jersey. Alejandro pasará esta Navidad no en España, sino en Indianápolis, junto con la familia de su antiguo compañero de piso de Indianápolis. Eso sí, por los pelos. En mitad del histórico temporal invernal que azota Estados Unidos, ha vivido toda una odisea para llegar a su destino, amenazado por retrasos y cancelaciones de vuelo y climatología extremadamente adversa:«Una mañana tuvimos sensación térmica de -37ºC».

Alejandro Jaume con la familia de su amigo de Indianápolis y y Ariadna González, en una sesión de fotos con Papá Noel estas Navidades.

Marina Muñoz, en Estambul

Una Navidad con muy poco sabor navideño pasará Marina Muñoz. No tiene exámenes ni clases en Navidad porque cae en domingo, «¡Por los pelos!». La palmesana, de 21 años, estudia Ingeniería de la Energía en la Universidad Politécnica de Estambul y recalca que «como Turquía es de religión musulmana no se celebra la Navidad». El día a día continúa sin festivos ni celebraciones. Aún así, entre los estudiantes extranjeros de su residencia han organizado un «Amigo Invisible» y una cena de Navidad para sentirse un poco más cerca de casa y apaciguar la morriña familiar en estas fechas. No todo es negativo: «Como no hay Navidad, hay lugares como Taksim en los que hay luces navideñas todo el año».

A la izquierda, Marina visitando el Estrecho del Bósforo y a la derecha, las luces atemporales de Taksim.

Patricia Casasnovas, en Holanda

Patricia, en el medio, de fiesta en Ámsterdam.

Patricia Casasnovas también cambia de escenario esta Navidad. Está terminando la carrera de Diseño de Interiores en Ámsterdam y, con la agenda repleta de exámenes, ha optado por quedarse en tierras holandesas, en compañía de su abuela y tía maternas, de origen holandés. Es la primera Navidad que pasará con ellas, lejos de Mallorca, aunque aprovechará para reconectar con sus familiares, con los que no tenía mucho contacto. Amante de las castañas asadas y el chocolate caliente, ha encontrado nuevas delicias navideñas: «Aquí hacen una especie de buñuelos típicos, que me gustan más que los buñuelos de Ses Verges».