Claudia Schepers durante su verano en Palmanova.

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Mallorca ha sido testigo de innumerables historias de amor. Algunas veraniegas, otras duraderas. Claudia Schepers es protagonista de una muy especial que empezó hace 32 años cuando viajó a la Isla de vacaciones con su hermana y dos amigas. Lo que no podía imaginar es que durante ese viaje conocería a un hombre que marcaría su vida. Aunque hace tiempo que no sabe nada de él, la conexión que tuvieron cuando se conocieron ha hecho que no lo olvidara y que, desde hace seis años, haya emprendido una búsqueda para reencontrarlo. Agotadas las opciones de redes sociales como Facebook, Instagram o LinkedIn, así como internet o incluso la guía telefónica de Palma, sin éxito, la ha llevado a contactar con Ultima Hora y contar su historia con la esperanza de que alguien la ayude a encontrar a esa persona tan especial que conoció en Mallorca.

La magia surgió una estival mañana en Palmanova, cuando el destino quiso que se cruzaran y, nada más verse, sintieran una conexión especial. Claudia Schepers, que por aquel verano de 1990 tenía veinte años, y el joven mallorquín algunos menos, decidieron tomarse un café para conocerse mejor. Lo que al principio fue solo una sensación, se afianzó con numerosos encuentros en los que descubrieron juntos el archipiélago y en los que no faltó algún beso. En esta breve, pero intensa relación, el mallorquín no quiso dejar pasar la oportunidad de enseñarle el barrio donde vivían sus padres para que conociera mejor sus orígenes y así reforzar el vínculo entre ellos. Una de las cosas que más sorprendió a Claudia fue que no le importó que le faltara parte del brazo, él «ha sido una de las pocas personas de mi vida que me ha hecho sentir única y especial».

La mujer se marchó a Países Bajos y aunque dejó atrás ese amor de verano decidieron mantener el contacto y forjar una amistad especial. Empezaron a comunicarse por carta e, incluso, él decidió ir a visitarla junto a un amigo. Pero como muchas veces pasa, la distancia y verse poco hicieron mella en que esta relación no fuera más allá.

Los problemas surgieron cuando Claudia se trasladó a vivir a Curazao, una isla en el Caribe, donde ha residido los últimos 25 años. Esto hizo que dejaran de hablarse, pero ella aún así no lo pudo olvidar. Durante la mudanza se perdieron las cartas con su apellido y esto complicó la búsqueda para dar con él. «Durante los primeros años repetía su hermoso apellido todos los días con la esperanza de volver a encontrarlo», sin embargo, ahora Claudia ya no lo recuerda. En un intento por recuperar el contacto, trató de comunicarse con su amigo para encontrar alguna pista de su paradero, pero fue en vano.

A pesar del tiempo que ha pasado, Claudia, con 52 años, sigue buscando después de más de 30 años ese amor de verano, que en aquel entonces trabajaba de vendedor en una empresa de juguetes. Las ganas de agradecerle todo lo que le hizo vivir durante sus vacaciones y lo bien que se portó mantienen viva la esperanza de saber algún día algo de él. Por ese motivo, para lograr que esta bonita e intensa historia no quede en la nada necesitamos que cualquier persona que tenga algún dato sobre el mallorquín se ponga en contacto con este medio.