Imagen del torrente de Sa Riera.

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Si sois de Palma, sobre todo de la zona centro, os invito a que hagáis lo que hicimos la otra tarde. Y si no lo sois, prestad atención, porque tal vez donde vivís ocurran cosas parecidas a las que os vamos a contar aquí.

Dos tramos del cauce distintos

¿Que a qué os invitamos? Pues a que paseéis sin prisas por el Passeig Mallorca. O más exactamente, que paseéis desde el puente en el que da comienzo dicho paseo hasta la plaza Porta Santa Catalina, y que lo hagáis por la margen izquierda de sa Riera en dirección hacia el mar. Y que antes de comenzar a pasear, desde el puente observad el cauce de esta, primero desde su margen derecha, la que mira hacia las montañas y que luego lo hagáis desde enfrente, mirando hacia su desembocadura.
Si lo hacéis, notareis que hay grandes diferencias. Es decir, desde el puente hacia las montañas, la visión es un tanto caótica: plantas asilvestradas a ambos lados del cauce, pintadas vandalizadas en las paredes, algún que otro okupa viviendo como puede entre la maleza…

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¿De quién es? ¿Cuál es su título?

En cambio, en la otra parte, todo es distinto: hay cipreses que se reflejan sobre el agua, palmeras y zonas verdes bien cuidadas, ausencia de pinturas… Vamos, nada que ver con la otra parte. ¿Por qué sucede eso?, se deben de preguntar los vecinos de la primera zona. Pues eso es lo que nos preguntamos muchos de los que a diario pasamos por allí. ¿Qué han hecho los que viven a la derecha del puente próximo al instituto Ramon Llull para que esa parte de sa Riera esté tan descuidada y en cambio la otra tan bien cuidada? Pues eso mismo nos lo preguntamos nosotros desde esta misma página hace medio año y no tuvimos respuesta. Es como preguntarse que por qué tanto gasto en Nuredduna y en Las Columnas y nada en la calle en que uno vive.

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Escultura que tenía el nombre del autor...

Sin nombre, ni título...

Dicho lo cual, seguimos caminando por la acera paralela a los parterres de Passeig Mallorca, parterres que más que cuidados están asilvestrados y… Pues que aparte de eso –nos referimos a que ahí falta mano de obra de jardinería–, empezamos a ver esculturas, en total seis, todas sin el nombre del escultor, que es lo menos que uno quiere encontrar: ver la escultura y saber quién la ha hecho.
Pues nada, de las siete que hay –pues está la de la casa invertida, en Porta de Santa Catalina, que sí tiene título, Device to root out evil, y nombre del autor, Dennis Oppengein–, el resto carece de lo uno y de lo otro, aparte de que su estado, no digamos que deplorable, pero sí deja bastante que desear –la del ángel sobre columna delgada está tapada por las hojas del árbol cercano, otras tienen graffitis, otra está llena de barro, otra prácticamente oxidada, otra sirve para aislar las ramas podadas de los árboles cercanos a ella–, lo que significa que a ‘quien corresponda’ no le preocupan mucho esas esculturas puestas ahí en tiempos de Fageda, como no les importó nada la que dejó para la ciudad Lorenzo Quinn, que retiraron hace años y ve tú a saber dónde está ahora.

También ocurre en otras partes

Imaginamos que los que vivís en otras zonas, o en otras localidades, veréis cosas parecidas a estas, y os preguntaréis ¿que por qué siendo mobiliario urbano está tan mal cuidado, por no decir descuidado completamente? Por eso lo sacamos a colación. ¿Por qué los alcaldes cuando arreglan una acera, o plantan un pino o inauguran un parque que han reformado durante su mandato lo airean a los cuatro vientos, y callan, o no hacen nada por mejorar lo que han heredado y no está bien…? O si hacen algo por mejorarlo lo hacen tarde… O nunca, pues cuando lo iban a hacer, las urnas los han mandado a casa o a la oposición, desde donde sí criticarán lo que pudieron solventar cuando ellos mandaban.