María Antonia Buades y Cristina Pons.

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Estudiar alta cocina en Le Cordon Bleu es, para los cocineros, lo que sería el Harvard de los universitarios. Este martes la academia publicaba la lista de los cincuenta mejores estudiantes de cocina de España, seleccionados para optar a la beca Premio Promesas, una formación en la prestigiosa escuela, valorada en 23.000 euros. La lista denota talento balear, con dos candidatas illenques: la mallorquina María Antonia Buades Llinás y la menorquina Cristina Pons Benavides.
María Antonia Buades (Palma, 2001) mamó la cocina desde muy pequeña, de la mano de su padre y de la pareja de este. A base de platos tradicionales, y como quien juega, María Antonia fue alimentando así su pasión, hasta llegar al punto de convertirla en un pilar fundamental en su vida. «Cuando cocino me siento yo misma. Me viene la inspiración, experimento... Es una explosión de emociones», explica, emocionada. Decidida a ampliar conocimientos, estudió el curso en Especialista en Servicios de Cocina y Restauración en la Escola d’Hoteleria de les Illes Balears, y se especializó, después, en alta cocina. Acabados ya estos estudios, no se conforma y apunta a lo más alto del panorama culinario nacional: «Esto es como la liga».

Objetivos claros

La palmesana, pese a su corta edad (21 años), no le teme a la feroz competitividad: «Haber llegado aquí es un logro importante, pero no me conformo. Si voy es para ganar, para apostarlo todo y enseñarles quién soy», recalca, en un alarde de valentía y profesionalidad. ¿Sus platos estrella? Pastas, arroces y guisos. Cristina Pons Benavides (Ciutadella, 1999) ha estado también ligada a la cocina desde su infancia, paseando entre los fogones de los restaurantes que tenía su familia. Ello le llevó desde corta edad a interesarse por aquel mundo paralelo y muchas veces escondido de la mirada pública y hoy es capaz de presumir, no solo de ser una de las seleccionadas para la beca de Le Cordon Bleu, sino de todo un expediente brillante, labrado a base de mucho esfuerzo diario. Alumna de la INS Escola d’Hoteleria i Turisme de Barcelona, con su risotto de champiñones en salsa de almendras y toque de queso mahonés, fusionando la cocina italiana y menorquina, ganó este año una beca para trabajar y estudiar tres meses en Italia. «Lo que me gusta de la alta cocina es que me permite dar rienda suelta a mi creatividad e innovación», destaca. Ahora trabaja en los fogones del popular hotel W de Barcelona, avanzando en el camino hacia su sueño de la infancia: ser jefa de cocina de un restaurante de alta cocina. Una meta cada día más cerca.

Cristina Pons durante una de sus elaboraciones.

Estas dos concursantes del Premio Altas Promesas se enfrentan, junto con los 48 restantes, a la segunda fase que comienza ahora: la grabación de una vídeo-receta de cinco minutos. Los candidatos tendrán que realizarla siguiendo unas pautas comunes marcadas por Le Cordon Bleu, si bien también tendrán posibilidad de desarrollar su creatividad con elementos y técnicas de libre elección. El jurado tendrá en cuenta los likes de los vídeos, subidos al canal de YouTube de Le Cordon Bleu Madrid, además de las propias valoraciones profesionales del jurado, compuesto por destacadas personalidades culinarias, para la elección de los diez finalistas. En la gran final, que se disputará de forma presencial, los aspirantes deberán presentar su plato estrella ante un jurado compuesto por algunos de los más relevantes chefs e iconos culinarios españoles. Además de la beca de 23.000 euros para el ganador para ampliar la formación en alta cocina en la escuela con sede en la Universidad Francisco de Vitoria, el segundo clasificado también recibirá un premio y tendrá la oportunidad de estudiar un curso, valorado en más de 8.500 euros. Las candidatas de Baleares se muestran decididas a mostrar todo su potencial como promesas de la alta cocina en un concurso por una beca que puede cambiar sus vidas.