Carmen Romero, cincuenta por ciento del espectáculo ‘Odio a la gente’.   

TW
0

Youtuber, humorista, opinóloga… cuesta encuadrarla en una rama profesional porque su propio trabajo tiende a desmarcarse de cualquier calificativo. A Carmen Romero, cincuenta por ciento del espectáculo Odio a la gente, bien podría aplicársele el tópico ‘un profesional como la copa de un pino’ así, en general. Se dio a conocer en ese campo abierto y casi siempre indómito que es Internet, donde los ofendidos de costumbre, santurrones anacrónicos la han llamado de todo. No entienden su discurso bizarro, valiente y desprejuiciado, ese que junto a su partenaire artística, la rumana Bianca Kovacs, escudriña las relaciones con un humor perverso y más negro que la boca del lobo. Los cines Rívoli acogen hoy, a partir de las 22.00, el enardecido soliloquio, libre y sin censuras, que estas dos humoristas de armas tomar llevan al FesJajà.   

¿Cuáles son las líneas maestras de Odio a la gente?
– Hacemos humor de cosas de las que habitualmente la gente no suele reírse porque queremos demostrar que se puede hacer humor de todo.

En España hay una gran tradición humorística, sin embargo es un género que se mira con cierto desdén desde otros flancos culturales, ¿por qué es así?
– No lo sé, es triste pero es así, la comedia está denostada culturalmente. Creo que hay comedias de un nivel altísimo y merecen ser valoradas.

¿Odio a la gente ejerce algún tipo de autocensura?
– Ninguno, nada. El título fue un chiste que pega bastante bien con nuestra actitud. No tenemos ninguna censura, hablamos de lo que nos apetece y eso es muy llamativo para el público.

¿Cree que al español le cuesta más reírse con una mujer o tienen un sentido del ridículo mucho más desarrollado que nosotros?
– Ahora mismo creo que no, el público está bastante educado. En monólogos hay una aceptación, lo de reírse con una mujer humorista creo que ya está muy normalizado.

¿Es más fácil hacer humor con la izquierda, con la derecha, o es ambidiestra?
– Para mí el humor no debe ligarse a ningún color político, y creo que es sano poder reírse de cualquier inclinación política. De hecho, en la comedia hay que saber reírse de todo, empezando por uno mismo. Por otra parte, aunque en teoría la comedia está ligada a la izquierda y por ello parezca más fácil reírse de la derecha, lo cierto es que cuando te metes con la izquierda no son tan liberales como parece y también se sienten ofendidos…

¿Es lo políticamente correcto el fascismo contemporáneo?
– Creo que depende del contexto. No puedes hacer un chiste de lo que quieras en depende de qué contexto, pero por lo general creo que se están haciendo monólogos con total libertad, al menos nosotras así lo hacemos.

¿Qué político sería un gran humorista?
– La mayoría. A mí me hacen reír mucho.

¿Hasta qué punto determinados políticos creen que la gente es gilipollas?
– Creo que bastante y se lo demostramos porque no hacemos mucho al respecto, no somos de salir a la calle a quejarse, y claro ellos siguen y siguen…

Acabe la frase: ‘Cuando escucha la expresión ‘humor inteligente’ le dan ganas de…
– De taparme la cara. Porque es tan subjetivo… la etiqueta tiene algo de pretencioso.

¿Ha tenido que poner en boca de su personaje algo con lo que a título personal no estaba de acuerdo?
– Justo ahí está el juego de la comedia, a veces abordo temas muy surrealistas que no pienso en absoluto. No soy la persona que refleja mi personaje.