TW
0

Aunque las precipitaciones de este jueves no fuesen esperanzadoras, ha amanecido despejado y más de 800 personas han vivido la Festa de la Llum en la Catedral de Mallorca, un fenómeno lumínico en el que los rayos del Sol penetran el rosetón de Levante, el Oculus Maior, y se proyectan sobre la pared del Portal Mayor. La proyección se alinea con el rosetón de la fachada principal, de forma que son tangentes y la recta que une sus centros es perpendicular al suelo. De esta manera se genera la figura del número 8.

Las puertas del templo se han abierto a las 7.30 horas, y, solo diez minutos después, el reflejo de los más de mil vidrios, amarillos, rojos, azules y verdes, que componen el rosetón mayor, que preside el altar y es conocido como el Ojo del Gótico, han comenzado a cruzar las bóvedas de la catedral, centelleando también en sus columnas. Alrededor de las 8.30 horas, el fenómeno ha llegado a su punto álgido. Como novedad de este año, en ese preciso instante el coro Capella de la Seu, dirgido por Joan Mayol, ha entonado la Aubada, del poeta palmesano Marià Aguiló i Fuster.

Noticias relacionadas

Este efecto lumínico solo se produce dos días al año: el 11 de noviembre, festividad de Sant Martí de Tours, y el 2 de febrero, el Día de la Candelera, en esta ocasión con mayor significación religiosa y que además coincide con el día de nacimiento de Jaume I El Conqueridor (1208). Como curiosidad, el 2 de febrero de 2007 se inauguró la Capella del Santíssim, la obra en cerámica y cristal de Miquel Barceló, a la derecha del altar mayor. Ambos días están muy cercanos al solsticio de invierno, día 22 de diciembre, así como de la fecha en la que se fija el nacimiento de Jesucristo, por lo que se trata de un fenómeno cargado de simbolismo.

Pero, ¿se trata de un hecho casual, o es lo que pretendían los arquitectos de la Seu? «Existe un poco de debate entorno a esta pregunta, pero las últimas investigaciones indican que es fruto de una serie de circunstancias: la orientación de 120 grados sudeste de la catedral, que coincide con la salida del sol en invierno; la ubicación de la Seu y sus dimensiones, determinadas por la mezquita preexistente, sobre la que se levantó el templo, y por el urbanismo de la época; su altura y gran dimensión, que permite la abertura de dos grandes rosetones; la construcción del rosetón de la fachada principal a finales del siglo XVI, y la última restauración de Oculus Maior, en 2010, cuando se recuperaron muchos de sus cristales, que habían sido sustituidos por emplastes de cemento en las últimas restauraciones del siglo XX», explica Marta de Castro, técnica en gestión cultural de la Seu.