Vanessa Bennasar en la cocina de su domicilio de S’Hostalot. | Pere Bota

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Explorar el mundo de los fogones fue una de las tareas más socorridas durante la pandemia. De algún modo había que sobrellevar las horas muertas que pasamos en casa. Al calor de este nuevo hobby, Vanessa Bennasar abrió un canal en Youtube que en pocos meses alcanzó cotas muy respetables. Lo que comenzó como una aventura para canalizar su pasión por la cocina, hoy congrega a 40.700 suscriptores entorno a un sabroso recetario. Una legión de ‘pretorianos entusiastas’ que no dudan en interactuar con esta vecina de s’Hostalot, desde donde cocina platos que su hija Natalia Fuster graba, edita y sube a la red.

«A mis 47 años no me esperaba esto, quería grabar para Youtube y mi marido y mis hijas se reían de mí», explica nuestra protagonista, que utiliza el nick de Vanessa Mallorca en su faceta profesional. Abrió el canal en marzo de 2020 y un mes más tarde publicó la primera receta. «Vimos que cada vez sumaba más suscripciones», aunque el ‘petardazo’, como ella misma describe, lo dio tras publicar el primer menú. «Ahí fue donde todo se disparó», explica con los ojos como platos, como si aún no diera crédito al fenómeno culinario que ha desatado, no solo en Mallorca, también en la península. «Nos sigue gente de Barcelona, Madrid y el resto de España; también en Puerto Rico, Argentina, Colombia y otros países», agrega con orgullo.

Interactúa con todos: «Dedico una hora y media al día a contestar a la gente que me escribe». Algunos mensajes la enternecen, «me escribió una chica a la que acababan de operar, me dada las gracias porque mis recetas la entretenían. Decía que mi sonrisa le infundía valor en esos momentos tan duros, y yo pensé ‘madre mía, gracias a ti por seguirme’». Y es que, además de sabrosos, sus platos son terapéuticos.

Sus recetas se caracterizan por ser accesibles y estar descritas paso a paso, con paciencia y una sonrisa que ha convertido en su sello. Son recetas útiles tanto para neófitos como para personas que sepan desenvolverse entre los fogones, elaboradas con ingredientes sencillos y un fondo saludable, siempre acompañadas de algún truco de cocina que nos hace la vida más fácil. Y es que Vanessa no es chef profesional (ni lo pretende), pero cocina, entretiene y conquista a las audiencias como los ángeles, y eso en un tiempo en el que la competencia por atraer la atención del público es más feroz que nunca.

La destreza culinaria le viene de familia, «mi madre y mi abuela cocinaban muy bien», y es que con apenas siete años «ya le hacía las papillas a mi hermano». Ahora concentra todos sus esfuerzos en demostrar que «se puede comer muy bien con poco dinero». Cocinar básico pero rico, una frase que no deja de repetir y que concentra toda su sabiduría en vídeos en los que «por veinte euros come una familia de cuatro personas de lunes a viernes».