Sandra Luque es una experta pedagoga. | Click

TW
2

Sandra Luque Mut es maestra, especializada en inteligencia emocional. «El grado de Educación Infantil lo finalicé en 2017 y aprobé oposiciones en junio de 2021. Durante estos años, he trabajado en colegios concertados, en alternativos de educación viva y en públicos. Todos me han aportado conocimientos maravillosos».

A tenerla en cuenta

Al margen de lo dicho a modo de currículum, Sandra, además, es observadora y estudiosa de todo cuanto acontece en el entorno de la escuela, por lo cual la Conselleria d’ Educació tendría que escucharla y tomar nota de la reflexión que ha realizado respecto a los niños de la generación COVID, nacidos durante la pandemia o un poco antes, y que este año han iniciado el curso, es decir, que han ido por primera vez a la escuela o a una escoleta. Y es que, como a continuación nos explicará Sandra, estos niños nada tienen que ver con los de antes de la COVID 19.

No pretende sentar cátedra –matiza antes de iniciar la conversación–, sino que, simplemente, desea comentar las conclusiones a las que llega tras el contacto diario con sus alumnos y alumnas.

«Y veo –añade– que en el área emocional, social y del lenguaje podemos encontrar en estos niños muchos matices y características diferentes a los/las de otras generaciones», y pasa, a continuación, a desglosarlos.

Área emocional

«En el área emocional, los niños nacidos durante la pandemia –dice– tienen un vínculo familiar mucho más acentuado y más fuerte que los que nacieron antes. ¿Por qué? Es muy simple: la pandemia nos obligó a estar mucho tiempo en casa, con nuestras familias… Y ellos y ellas crecieron en este ambiente, consiguiendo que esta realidad fuera su zona de seguridad y comodidad. Entonces, actualmente, al llegar a las aulas, su adaptación a ellas, en líneas generales, ha sido más delicada y más compleja, ya que el apego a sus familias ha sido también mucho mayor. Por ello, tanto niños como niñas, han verbalizado mucho las ganas de llegar a casa, de volver a ver a papá, de lo mucho que echan de menos a mamá, y comentarios que están relacionados con esas vivencias que han tenido durante la pandemia».

Área social

A nivel social, también se han notado diferencias, asegura Sandra. «Recordamos que son muchos los niños que no han ido a escoleta (0-3 años), que tampoco han tenido la oportunidad de pasar tardes en el parque, ni de ir a fiestas de cumpleaños… Los niños que nacieron en la pandemia tienden a jugar más en solitario, tienen a menudo más conflictos, a la vez que la etapa del egocentrismo todavía está más acentuada. Y sobre todo tienen menos habilidades sociales. Por eso es necesario darles más tiempo y más espacio a fin de que se puedan ir adaptando».

Por último, y en cuanto al lenguaje, «estos niños están teniendo una mayor dificultad a la hora de hablar, ya que, a causa de las mascarillas que llevaban las personas que los rodeaban, les impedía imitarlos. Por eso, a la hora de comunicarse, su vocabulario es más pobre, de ahí que se les entienda menos. También, en el ámbito del lenguaje, ha influido negativamente el haber estado más tiempo delante de una pantalla, lo cual impedía que hubiera diálogo y comunicación».

Pues ahí queda eso.

Desde Instagram

Porque, como instagramer, Sandra también es conocida por su trabajo relacionado con la educación. «He tenido la oportunidad de hacer talleres para familias sobre acompañamiento emocional y cómo establecer límites de forma respetuosa. Además, imparto formaciones homologadas por la Conselleria d’Educació mediante el sindicato ANPE para docentes. Llevo a cabo también dos formaciones llamadas Acompañamiento emocional y Pedagogas innovadoras, que se realizan de forma presencial en Mallorca, Menorca y Eivissa. En el curso pasado empecé con la formación de acompañamiento emocional, la cual funcionó muy bien. Por eso la repetimos este año, también en las tres islas, habiendo añadido la Formación de pedagogías innovadoras».

IMG-8518.jpg

Insensibilidad

La otra mañana, en una acera nos encontramos con esta imagen: Una bolsa de basura, y a su lado, un osito, a modo de indigente, tumbado sobre aquella.

Viéndole así, nos llenó de ternura, porque, aparte de ser un desecho, es la imagen de la insensibilidad. A muchas personas pertenecientes al grupo de los invisibles las hemos visto así, tiradas sobre la acera, durmiendo. ¿Acaso no tienen un lugar más apropiado para descansar? Los hay, sí, pero, o están atestados de gente, o sus condiciones no son las más adecuadas para que vivan seres humanos. Por eso se buscan la vida como pueden.

Pues el osito está ahí por lo mismo. Por la insensibilidad de algunos. Los niños a los que entretenía han crecido y ya juegan con otras cosas. ¿Qué hacemos con él? Pues lo tiramos, cuando, en el caso de haber sido algo más sensibles...O a modo de agradecerle los servicios prestados, en cualquier rincón de la casa le hubiéramos encontrado un lugar donde tenerle. Otro niño podría disfrutar de su compañía. Pero no... Como ya no me sirves, ¡a la calle! ¡Que triste final!