Andrés Valente, poco antes de emprender su viaje de regreso a Glasgow. | Julián Aguirre

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Andrés Valente (Glasgow, 1937) es considerado uno de los mejores críticos gastronómicos de las Islas, con reseñas publicadas a lo largo de los últimos cuarenta años en Ultima Hora y en el Majorca Daily Bulletin, una labor en la que ha destacado siempre no solo por sus amplios conocimientos, sino también por saber encontrar restaurantes extraordinarios con platos a precios asequibles. Ahora, con 84 años, ha regresado a su Glasgow natal y allí ha comenzado una nueva etapa, un regreso a sus raíces.

¿Cuándo comenzó su vida profesional?
–Comenzó en Glasgow, como ‘mensajero’, cuando tenía 18 años, pero duró muy poco. En aquel tiempo en que no había internet, los periodistas llamaban a la redacción y otros, como yo, tomábamos nota para esas crónicas. Pero enseguida tuve la suerte de encontrar un trabajo en un semanario cerca de Edimburgo, en una zona rural, y fui allí como periodista novato. Aprendí enseguida. Después me trasladé a Reading, cerca de Londres, para trabajar en otro semanario, más moderno. Allí escribía sobre muchos temas, también sobre músicos de jazz, porque a los clubs de esa ciudad llegaban los mejores del país.

¿Cuándo llegó a Mallorca?
– Fue en 1960. La idea era venir para dos años, como corresponsal libre para la prensa de Londres, y regresar luego para seguir trabajando allí. Pero me quedé en Mallorca.

¿Por qué decidió quedarse?
– Había empezado en el Majorca Daily Bulletin, tenía una pareja española y dos hijos. Aunque tenía opción de regresar a Londres con ellos, lo fui aplazando y aplazando y al final me quedé. En el Majorca Daily Bulletin trabajaba junto a Pedro Serra en la dirección. Desde ahí viví toda la evolución hasta llegar a los ordenadores, muy avanzados los años 70.

¿Qué noticias destacaría de aquellos años?
– El asesinato de Kennedy, la muerte de Churchill, la llegada del hombre a la Luna...

¿Lo de ser periodista le venía de familia?
– No. Yo quería ser escritor, y una manera de serlo era trabajar como periodista. Mi familia quería que fuera a la universidad, pero yo veía que muchos escritores no habían pasado por la universidad y quise hacer lo mismo.

¿Qué le ha aportado esta profesión?
– El trabajo es diferente cada día, no hay espacio para el aburrimiento. Más que un trabajo es una vocación, porque tienes que dedicarle mucho tiempo. Si no se siente la vocación, es muy difícil.

¿Cuándo comenzó su labor como crítico gastronómico?
– Fue en el año 1992, en Ultima Hora. Yo había dejado el Majorca Daily Bulletin porque quería dedicarme a la cocina, incluso tuve la idea de montar una especie de restaurante en mi casa, pero la idea de cocinar para mis amigos y cobrarles no me gustó, y lo dejé. Pedro Serra me propuso escribir sobre cocina para Ultima Hora y hacer crítica gastronómica de restaurantes. Y gracias a él surgió esta sección en el periódico, ‘Panorama gastronómico’. Pedro Serra tenía el don de saber dar oportunidades a la gente. Por supuesto, yo llegaba a los restaurantes sin avisar y nadie conocía mi cara, nadie sabía que yo estaba allí para hacer una crítica. Ese fue el éxito de esa sección.

¿Qué restaurantes prefería?
– Yo quería buscar restaurantes en los que se pudiera comer muy bien, pero a precios asequibles, y durante todo este tiempo lo he hecho así.

¿Qué restaurantes destacaría de aquella época?
– Existen dos de aquellos años, el Celler Pagès y Ca’n Nofre. En aquel momento había siete restaurantes muy buenos, que yo llamaba ‘los siete magníficos’.

¿Cocina usted bien?
– Sí, siempre ha sido mi hobby. Tengo reputación de ser buen cocinero.

¿Cuál es su mejor plato?
– Hay varios, hago una lasaña súper buena, risottos, hago una pizza que no tiene nada que ver con las de hoy en día, y muchas pastas, porque soy de familia italiana. Y hubo un tiempo en el que la mejor comida china que podías comer en Mallorca era en mi casa, porque entonces no había restaurantes chinos aquí. El primero fue el Mandarín, en 1968, creo. Aquí no había ni siquiera ingredientes, yo los traía de Londres.