Alicia, antes de salir al escenario del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, para presentar la gala de la ACPT mexicana.

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Nuestra paisana la modelo Alicia Comas, residente en México, vuele a ser noticia esta semana. Y lo es por dos motivos: uno, por haber sido elegida por la Agrupación de Críticos y Periodistas de Teatro (ACPT) para presentar y entregar los premios a la mejor dramaturgia mexicana, el mejor vestuario, la mejor traducción/adaptación, el mejor actor musical y la mejor actriz musical. El acto, en el que la mallorquina lució un modelo de María José Moda Méxica, se celebró en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, situado en la zona centro de la capital azteca. Y dos, porque el 17 de octubre se estrena La mina de oro-Rosa de Guadalupe, en la que encarna a Ivonne, la mala –allí denominada la antagonista– de la serie. Pues visto lo visto, no queda otra que felicitar a Alicia por la carrera que está haciendo, tanto como modelo –tres veces en la Fashion Week de New York, además de otros desfiles importantes–, como actriz y ahora también como presentadora. Las fotografías son de Alfredo Millán y su equipo gráfico, compuesto por Lázaro Grafo y Juan Rodrigo Becerra Acosta.

No siempre lo respetan

Lara acude cada día al colegio de Son Pisà. La compaña su madre, Mariana Viñuela. Ambas llegan en coche, ya que viven en las afueras. Aunque, a decir verdad, además de por eso, se desplazan en coche porque Lara padece una enfermedad de nacimiento que afecta a su parte motriz, lo que la obliga a caminar con un andador, que saca del vehículo tras aparcar. Como la avalancha de coches es grande a la hora de entrada y salida, a los que hay que sumar los que por otras circunstancias circulan por dicha calle, no es fácil encontrar un aparcamiento cerca, por lo que muchas veces, Lara y su madre debían realizar un largo recorrido desde donde podían aparcar hasta la puerta del centro. Por eso, Mariana pidió un vado para discapacitados, que colocaron en frente de la puerta del colegio, con lo cual se le facilitaba el acceso.

Lara, con su andador, acompañada de su madre, camino de clase.

Pero como no todos respetan los vados para discapacitados, y mucho menos si hay prisas y bastante tráfico, pues muchos días, al llegar, madre e hija se encuentran con el hueco ocupado por otro vehículo, por lo cual tiene que buscarse la vida. El exrestaurador Víctor Sánchez, que encamina ahora sus pasos hacia la política, fue quien nos contó esta historia, dado que su hijo asiste a dicho centro. «Conociendo el problema que tenían madre e hija –nos dijo–, más de una vez me he quedado de pie en el vado, impidiendo que aparcaran otros, hasta que llegaran ellas». Luego añade que han intentado que, al menos a la hora de entrada y de salida de clase, haya un policía, cuya estación –la de Sant Ferran– a está a menos de cien metros, «pero nos han dicho que no es posible, que es una calle segura, con aceras anchas».

Esta vez, madre e hija han tenido suerte, pues el espacio para los discapacitados ha sido respetado. «Pero no ocurre siempre», nos dice Mariana. Hay días que al llegar, como ya está ocupado, tenemos que ir a buscar aparcamiento a otro lugar, a veces lejos, pues es una zona donde no es fácil encontrarlos. Si pudiera, como hacen otros padres, pararía delante de la puerta del colegio y mi hija se bajaría. Pero no puede ser. Si me paro, debo de sacar el andador, ayudar a mi hija para que salga del coche e ir las dos caminando lentamente hasta a la puerta del colegio, lo cual supondría formar un atasco de coches. Por eso, si está ocupado nuestro aparcamiento, tengo que ir a buscar otro donde sea, llegando algunos días tarde a clase».

Para que no haya la menor duda de que cuanto dice es verdad, vemos una serie de fotografías que nos pasa Víctor con el vado ocupado por otro coche. «Incluso hubo uno, que estuvo ahí durante una semana, con la correspondiente multa, pero… Ahí estuvo», señaló este. Pues algo se tendrá que hacer, ¿no? Nadie duda de lo que dice la Policía, que la calle es segura en cuento a tráfico. Pero es evidente que el vado, puesto a propósito para que en unas horas concretas sea ocupado por el vehículo conducido por una madre que lleva a su hija, con movilidad reducida, al colegio, muchas veces está ocupado.