El cómico Joaquín Reyes regresa a Palma con ‘Festejen la broma’, | LHueda

TW
0

Dibujante, guionista, actor, cómico, escritor... Joaquín Reyes (Albacete, 1974) es uno de los humoristas más conocidos del país. Este año se ha estrenado como escritor, estrena en breve su primera serie de animación adulta para HBO Max y gira por los teatros de España con ‘Festejen la broma’, su nuevo espectáculo de humor, que puede verse en el Auditòrium a las 22 horas. Según el cómico, se trata de una «amalgama de chorradas» para deleite del público y también, de algún despistado que se meta en el teatro buscando «humor inteligente». Avisados quedan.

¿Qué se va encontrar el espectador en Festejen la broma?

—Se trata de mi vuelta al monólogo, es decir, a la esencia de mis inicios, que tenía muchas ganas de que sucediera. Y eso que pensaba que esa etapa había llegado a su fin tras estrenar en 2017 Una y no más en la plataforma Netflix. El que venga a verme, espero que haya alguien en la sala (risas), se va a encontrar con mi humor de siempre, pero también bromas nuevas.

Usted ha venido en varias ocasiones a Mallorca, sabe que el público mallorquín es muy exigente con el humor, ¿verdad?

—¿Quiere meterme miedo? Conozco bastante Mallorca, he trabajado aquí muchas veces y, además, mi hermana se enamoró de un mallorquín y lleva años viviendo aquí. Tengo mucho trabajo de campo hecho. Conozco la idiosincrasia de esta isla.

Se dio a conocer hace dos décadas en el espacio de humor Nuevos cómicos, ¿se considera un ‘viejuno’?

—Espero que no... o sí, pero seguir haciendo gracia al público. Pasan los años y la gente cambia, los cómicos también, y nuestro humor igual. Ahora soy padre, las circunstancias son diferentes. Pero las ganas de reírme y de divertir a los demás son las mismas. Mientras tenga la ilusión de afrontar nuevos retos, como sigo teniendo, puedo estar tranquilo.

Hablando de humor, ¿qué le hace reír a Joaquín Reyes?

—A mí casi todo. No soy de esos cómicos que son unos amargados fuera del escenario o las cámaras. Me encanta que me hagan reír, no necesito ser el centro de atención. Me río con las serie de comedia, las películas, me encantan los juegos de palabras...

La hora Chanante (2002-05), Muchachada Nui (2007-10)... esos programas cambiaron la forma de hacer humor en España, ¿cómo se siente cuando le dicen que son unos referentes?

—Pues me sigue sorprendiendo gratamente. La gente tiene que saber que no pensábamos que podíamos cambiar algo. Ya resultaba sorprendente que nos dieran semejante oportunidad, a unos desconocidos como éramos, eso sí, con muchas ganas de probar cosas nuevas. Alguno dirá que éramos unos inconscientes... pues sí, eso éramos. Pero con mucha ilusión.

No sé si eran inconscientes, pero la gente sigue recordando constantemente sus sketches...

—Y alguno ha llegado a decirme que se mete en Youtube a ver vídeos de La hora Chanante casi cada día. Mira, si eso les alegra el día, eso que se llevan, y yo se lo agradezco.

Joaquín Reyes, en un momento de su monólogo ‘Festejen la broma’.

Iba para ilustrador, pero es actor, cómico, guionista, escritor, ¿cómo sucedió eso?

—Estudié Bellas Artes porque siempre había estado interesado en el dibujo, pero le aseguro que nunca pensé en dedicarme al mundo del espectáculo. Se cruzó Paramount Comedy en mi camino, y me cambió la vida. Aprendimos de todo, por eso hago tantas cosas. Fue una escuela de formación brutal, un máster en toda regla de guion, interpretación, actuación...

Este mes estrena Pobre diablo, su primera serie de animación adulta en HBO Max

—Es uno de mis proyectos más ambiciosos. Sigue a Stan, un chaval normal y corriente salvo por el hecho de que es el Anticristo. Además, acaba de cumplir 665 meses. Queda un mes para que se cumpla la profecía y tenga que cumplir con su destino: sumir a la humanidad en el horror y el caos, y traer el armagedón. Pero el tiene más interés en cantar y bailar en un musical de Broadway. La he cocreado junto a mi compañero Ernesto Sevilla, y cuenta además con las voces de Ignatius Farray y Verónica Forqué.

Lleva años unido profesionalmente a Ernesto Sevilla, ¿cómo se consigue una relación así sin tirarse los trastos a la cabeza?

—Pues siendo socios, los mejores amigos y no sintiendo ni una pizca de envidia por los éxitos del otro por separado.

Se ha estrenado como escritor este año con Subidón, que narra una semana en la vida de un cómico, ¿es autoficción?

—No, qué va. Me lo han preguntado muchas veces. Qué duda cabe de que hay muchas cosas mías y vivencias que he escuchado a otros compañeros. Pero no, mi protagonista, Emilio Escribano, no es mi alter ego.