José Iriso la pasada tarde, cuando le entrevistamos. | Click

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Este viernes nos reunimos con José Iriso para que nos hablara de los entresijos del programa First Dates. Nos reconoció que fue al espacio televisivo para conocer a una persona que hubiera sufrido como él y también para dar visibilidad a aquellos que no lo están pasando bien. Como le ocurre a él. «Ahora estamos aquí, tranquilamente, conversando y tomando un café, pero no sé dónde puedo estar mañana... Porque igual estoy ingresado en el hospital, como ha ocurrido otras veces». José Iriso, nacido en El Ferrol, llegó a Mallorca siendo solo un niño, ya que su padre, Marcelo, que era futbolista, era jugador del Racing de Ferrol y fichó por el RCD Mallorca. «Aunque una lesión no le permitió jugar muchos partidos, por lo que, supongo, la afición ni se acordará de él», cuenta José.

A los 18 años, Iriso ingresó como miembro de la Guardia Real de Juan Carlos I. «De toda España nos presentamos 2.140 aspirantes; de los que, tras superar numerosas pruebas, quedamos 27. Aquello fue muy duro, pero las dificultades físicas y psicológicas no me afectaron. Tras el período de instrucción y preparación, con unas pruebas físicas muy jodidas que logré superar, porque yo tenía claro que quería ser de la Guardia Real, habiendo tres cuarteles, el del Rey, el de la Reina y el del Príncipe, finalmente me destinaron al de la Reina, donde realizaba guardias y, en ocasiones, servicios de escolta. Como digo, era joven, fuerte y feliz con mi trabajo. Además, si seguía estudiando, podía lograr ascender y llegar a oficial». Todo iba bien, hasta que un día se fueron de maniobras a Extremadura. Era invierno puro y duro.

El accidente

«Llovía. El suelo se había convertido en un barrizal, pero yo confiaba en mis fuerzas. Pues que al dar un salto para sortear un obstáculo que se interponía en mi camino, apoyé la pierna derecha de tal modo que el cuerpo giró sobre ella, rompiéndome tibia, peroné, menisco, ligamentos cruzados, y ¡qué sé yo que más cosas de mi cuerpo! Con urgencia, me trasladaron al hospital militar más cercano. Me dijeron que me podían tratar en el Gómez Ulla, o dónde prefiriera. Les dije que me operaría en el hospital de San Rafael, de La Coruña, y que cuando me rehabilitara regresaría a Madrid para reincorporarme». Le operaron en San Rafael con éxito.

Hace años, José hizo también como modelo algunos anuncios y desfiles.

Sin duda, eran otros tiempos, que nada tienen que ver con los actuales.

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«Antes de regresar a Madrid, hacía ejercicios de recuperación en la playa. Todo iba bien… Pero un día, durante los ejercicios, me volví a caer y me rompí de nuevo la pierna por donde antes. En una ambulancia medicalizada me llevaron a Madrid… Era septiembre de 2001 y acababa de producirse el atentado de la Torres Gemelas, lo que hizo que se interrumpiesen las operaciones, por lo que tuve que esperar. Tras operarme, me dijeron que como escolta no podía trabajar, pues mi estado físico no me lo permitía, pero que si quería me podía quedar en las oficinas. Les dije que ni hablar, que si no podía ser escolta me marchaba. Me indemnizaron con unos 6.000 euros, y a partir de ahí me busqué la vida como pude, trabajando en el sector sanitario, hostelería… Me di cuenta de que las piernas no siempre me funcionaban, por lo que cada vez podía trabajar menos. Pedí que me diesen la discapacidad total, que me concedieron, quedándome con un sueldo de 500 euros, con los que vivo, pagando de ellos 200 a la madre de mi hija y quedándome con 300… ¿Qué por qué le doy 200 a la madre de mi hija? Pues como ayuda a mi hija, a la que veo y con la que juego en el parque, a veces a consta de grandes esfuerzos, pues hay días en los que no puedo… Y ella, que es una niña muy lista, ¿sabes lo qué me dice? Pues que no la lleve al parque, porque yo no puedo hacer lo que otros papás, jugar con sus hijos, pues me canso y me puedo hacer daño. Que mejor nos quedemos en un sitio tranquilo, que me va a querer igualmente».

42 pastillas cada día

Nos lo cuenta con las lágrimas a punto de brotar de sus ojos. Y es que su situación no es para menos. Más de 1,80 metros de estatura, simpático, buen tipo, por quien las chicas se siguen girando para mirarlo… Verse así. Se debe ser muy fuerte para soportarlo. «Porque, aparte, tengo en mi cuerpo una docena de operaciones, me tomo 42 pastillas cada día y llevo pegado en el pecho un parche de Fentanilo, gracias al que me puedo levantar de la cama, porque sino… Porque, ¿sabes? He intentado suicidarme tomándome todas las pastillas, pero llegó mi hermana y me salvó, llamando a la ambulancia... Lo suyo hubiera sido tirarme por un balcón, pero para eso hay que tener muchos huevos…».

Una nueva pausa, otro pitillo. «500 euros, de los cuales me quedo con 300 para vivir, pues gracias a mi hermana tengo una habitación, agua y luz. Para colmo, me han hecho tantas operaciones, que muchos de mis nervios han quedado cortados, por lo que ciertas sensaciones no llegan a mi cerebro, o las que manda este no llegan a donde deben de llegar. Lo digo porque si me pinchas en el pie derecho ni me entero, he perdido toda la sensibilidad. ¿Te imaginas cómo me siento, con 40 años? Bueno, sí, porque no me ha quedado más remedio, he aprendido a vivir de otra manera, dando importancia a cosas a las que antes no daba…Ya ves, tengo sobre la mesa algo menos de dos euros y me siento feliz por ello… Pero lo peor es que cualquier día me puedo romper. Mientras tanto, vivo».

José tiene también otro problema, que, en realidad, son dos. Y lo cuenta como si fuera la cosa más normal de este mundo. «¿Sabes…? Ahí donde me ves, no puedo invitar a ninguna chica a cenar. No tengo dinero para llevarla a ningún sitio. Ni tampoco, si luego se terciara, no podría hacer el amor ya que con tantísimos medicamentos que tomo no funciono como cuando tenía 30 años, sino que más bien, en ese aspecto, me parezco más a una persona de más de 70. ¿Entiendes por qué he tenido que aprender a vivir de otra manera? ¿Entiendes por qué fui a First Dates a buscar a otra persona parecida a mí?». José, además de miembro de la Guardia Real, destinado al Cuartel de la Reina, fue modelo de algunas marcas de ropa, participó en anuncios para Costa Cruceros, las chicas se lo rifaban… «Sí, la vida, en un momento, me sonrió. Pero ahora debo afrontar mi nueva vida. No me queda más remedio». Esperemos que a partir de hoy no estés tan solo como hasta ahora. ¡Ánimo, amigo!