Iván Campo y uno de los niños, junto a un mural.

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Estuvo en lo más alto del mundo del fútbol. Iván Campo (San Sebastián, 1974) jugó desde los 18 a los 37 años en equipos de primera división, entre ellos el Real Madrid y el Real Mallorca, tanto de la liga española como de la Premier League inglesa. Un futbolista que siempre destacó, además de por su talento en el terreno de juego, como defensa central, como por su calidad humana, su naturalidad, carisma y compañerismo.

Tras dejar la elite del fútbol, Iván Campo desconectó casi dos años y puso en marcha nuevos proyectos, entre ellos uno muy especial, colaborar con una asociación ayudando a niños. «Siempre he tenido interés por apoyar y estar con los niños y ayudar a la gente. De no haber sido futbolista quizás habría sido bombero. Me parece una profesión fascinante. Haber sido jugador profesional de fútbol me sirvió para darme cuenta de la suerte que tuve y quería dar las gracias. Una de las formas fue ayudar a la gente y jugar con los niños, haciendo que los sueños se puedan cumplir».

Iván Campo, en una clase donde los niños aprenden a escribir y leer.

La Matica

Con AEA Solidaria viajó a los orfanatos de Bolivia y República Dominicana. «De eso hace ya ocho años. Allí vi cómo funcionaba AEA Solidaria, que preside Marta Andreu, y comenzamos poniendo en marcha el centro La Matica, en Boca Chica. Es un centro que acoge a niños y niñas, es un barrio donde todo es una locura. Y lo que hacemos es invitar a los padres para que los niños no caigan en la droga, estén en las chabolas, o acudan a los vertederos. Que tengan un sueño, y que sean los padres quienes tomen consciencia y acompañen al centro a sus hijos para que puedan aprender a estudiar. Al principio era un desastre, venían a las nueve, a las diez, y así toda la mañana. Ahora llegan a las ocho y cerramos las puertas, les damos el desayuno y luego comienzan las clases».

Ivan Campo, junto a un mural que recoge un poema de Itziar Castro.

Iván Campo ayuda a diario en las diferentes tareas, tanto realiza la compra y cocina, como ayuda en las clases de estudio y juegos, además de echar una mano en las reparaciones o los imprevistos que puedan surgir. «Con los más mayores vamos a la playa a jugar a fútbol y pueden estar horas allí. Les apasiona el fútbol.    Yo juego con zapatillas y ellos van descalzos, en un campo de tierra.    Hemos jugado en la playa cinco horas y ellos seguirían. Construir un centro de deporte, donde pudieran jugar no solo a fútbol, sino también a tenis, baloncesto, etc. sería bueno. El deporte mejora a las personas, y si además pueden tener una base de educación, eso les permitirá tener un futuro mejor».

Durante su estancia comparte con los niños desde juegos hasta su educación.

Tras más de un año sin poder viajar al centro de Boca Chica, a causa de la pandemia, el exfutbolista regresa de nuevo a ese rincón de República Dominicana. «Animo a que la gente venga. Es la realidad de la vida. Me levanto a las seis de la mañana y me acuesto a las once de la noche, sin parar en todo el día. Cansado pero muy satisfecho». Hay mucho por hacer. Y de ello es consciente Iván Campo. «Los niños me han hecho reír mucho, pero también llorar. En la sociedad dominicana el hombre y la mujer juegan papeles muy diferentes, estando siempre la mujer en una posición de inferioridad en todos los aspectos imaginables. Creemos firmemente que dicha discriminación debe ser erradicada y que la mejor manera de hacerlo es a través de la educación, tanto para ellos como para ellas».