Desde su pasión por las plantas, Núria  ha creado un micromecenazgo. | Pilar Pellicer

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En el siglo XIX, una avalancha migratoria cruzó el ‘gran charco’ en busca de un nuevo porvenir. Aquellos esforzados colonos portaban consigo un baúl lleno de fotos, libros y objetos personales que, de alguna forma, les unían al mundo que dejaban atrás. Entre sus enseres también podía encontrarse un surtido ramillete de plantas medicinales. No lo hacían porque la huerta, aún en un contexto urbano, contribuyese al mantenimiento de las tradiciones, al intercambio del saber y al fortalecimiento de vínculos sociales. Sus razones, más bien, apuntaban al poder curativo de las plantas. Puede que aquellos avezados pioneros tuviesen los bolsillos vacíos, pero de tontos no tenían un pelo.

Bien sea en un jardín, en la huerta, o incluso entre la maleza, nos rodea un sinfín de plantas medicinales. Y la mayoría tiene efectos benéficos para nuestra salud. Congestiones, traumatismos, falta de energía, quemaduras, picaduras... No hay problema para el que una planta no pueda ofrecer una solución. Consciente de ello, Núria Mónico, una catalana afincada en Valldemossa, ha creado un emprendimiento sostenible para convertir un espacio del municipio en un huerto-taller de plantas medicinales.   

Núria llegó a Valldemosa por amor, pero cuando éste se evaporó fue otro tipo de cariño el que la ancló a esta tierra, «el amor a este sitio tan guapo y a la Serra de Tramuntana», reconoce esta ilustradora y    bióloga nacida en Tarragona. Sus primeros trabajos no la llenaban, «necesitaba sentirme realizada, el cuerpo me pedía poner en marcha algo que resultara útil para la Isla». De esa guisa nació Santolina, «la marca que he creado para producir remedios naturales». Ahora necesita un huerto donde cultivar las plantas medicinales con las que «ayudar a la comunidad». Pero, ante todo, Núria siente la imperiosa necesidad de «devolverle a Mallorca todo cuanto nos aporta», sensibilizada como está con «la invasión turística, que no hace más que restar». De este modo nacía el crowdfunding con el que financiar un huerto-taller de plantas medicinales. Todo lo que brote de la tierra servirá para «crear cremas, infusiones, tinturas…».

Pasión

Desde muy temprana edad, a Núria le llamó la atención el mundo de las plantas. «Fue mi abuela quien me transmitió esta pasión, y antes de darme cuenta estaba dando consejos a mis amigos». Ahora, gracias a su emprendimiento y a la colaboración de la plataforma GoFundMe, Núria está viviendo la culminación de un sueño. O casi. Para cerrar el círculo tan solo necesita recaudar algo de capital y su huerto-taller será una realidad. Pero, ¿qué es exactamente un huerto-taller? «No es un espacio de producción propia, donde plantas y te lo quedas. Un huerto-taller es un sitio que diseñas y agrupas según tus criterios para que la gente aprenda, que pueda venir a pasear mientras se les explica de forma interactiva la tipología de cada planta, estas son autóctonas, estás son más exóticas…», desarrolla Núria.

Una eficiente campaña de captación de fondos resulta imprescindible para llevar a buen puerto esta iniciativa, «hace falta cierta cantidad para alquilar un espacio, comprar plantel ecológico, que es un poquito más caro, y hay que instalar un sistema de riego y cincuenta mil cosas más, y yo con mis dos trabajos no llego, por eso me planteé el crowdfunding». Quienes deseen contribuir a la causa pueden hacerlo en GoFundMe, «es un sitio muy práctico e intuitivo, abarca muchos temas, otras plataformas solo tocan temas culturales, pero aquí están todas las temáticas». Los indecisos y/o curiosos pueden entrar y dejarse orientar por el video «que he colgado explicando la iniciativa, consta de pequeños videos grabados en la Serra de Tramuntana con mi voz de fondo...».    Se prevé que el huerto-taller sea una realidad «entre la primavera y verano próximos», hasta entonces su impulsora tratará de sellar un pacto con el Ajuntament de Valldemossa, «me gustaría impartir talleres en las escuelas, que aprendan a hacer sus propios remedios naturales».