El mercadillo del Passeig de Sagrera recupera el nivel de actividad previo a la pandemia  gracias a la afluencia de turistas. | M. À. Cañellas

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Los mercados, presentes en la mayoría de pueblos de la Isla, y no solo en Palma, son los principales puntos de venta y la mayor vía de exposición de las creaciones de los artesanos. Como otros sectores, notan la vuelta del turismo a la Isla con unas cifras de negocio que en algunos casos incluso superan las de 2019. Tras dos años en una situación muy complicada a causa de la pandemia, los artesanos celebran una recuperación necesaria para la artesanía. «Para nosotros es muy positivo que el turismo se esté recuperando, los mercados bajaron a causa de la pandemia pero el nivel de compra resurge con el paso del tiempo», destaca Matías, con experiencia en este tipo de mercados desde hace diez años, y que ofrece pulseras y collares en el Passeig de Sagrera. Considera «fundamentales» los meses de julio y agosto para aumentar los ingresos, y en eso coincide con Martina Pingitore, trabajadora de Oro vegetal, que se muestra muy satisfecha por la inercia positiva del verano.

En el Mercat Artesanal de s’Hort del Rei, Mariana Tauguly está al frente, junto a su marido, de Jardín de Tramas, un punto de venta que lleva en activo 17 años y siempre ha sido muy visitado por los turistas. Tras el telar en    el que trabaja de cara al público, Mariana afirma que «este verano, a nivel de ingresos, está siendo muy similar al de 2019», agradece la recuperación turística y valora en gran medida la influencia del turista que llega en los cruceros.

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El público se detiene a observar la multitud de productos en cada mercado.

Noelia Rau, encargada de otro de los puestos de venta del mercado de s’Hort del Rei, destaca que «los cruceros nos aportan mucho con los turistas que traen, los días de llegada se notan por la cantidad de personas que hay por aquí, el resto de la semana es complicado sacar muchas ventas». En su puesto vende ‘árboles de la familia’ hechos a mano con sierras de marquetería y ofrece la posibilidad de personalizarlos con el nombre del núcleo familiar y de todos los miembros, lo cual «llama mucho la atención porque es un regalo económico y para todos los integrantes».

Una evolución continua

Con el paso del tiempo la evolución de estos mercados ha sido muy notable. «La forma de trabajar es diferente a hace quince años, ahora todo está mucho más reglamentado y tenemos un público diferente», afirma Martín Ribas, al frente de un puesto de venta de pulseras y tobilleras tejidas con hilo, entre otros complementos. Desde muy joven comenzó a trabajar en este negocio junto a su familia, que inmigró desde Argentina, y ha vivido en primera persona los cambios que han sufrido los mercados durante todo este tiempo. «El público ha cambiado mucho, ahora la gente cuida mucho más la cartera y elige mejor lo que quiere comprar», considera Martín, quien también encuentra que «muchas familias aprovecharon la pandemia para ahorrar y gastan el dinero ahora, algo que se notó más el verano pasado».

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Martina Pingitore, en el puesto de Oro vegetal.
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CMariana Tauguly trabaja en su telar.

La crisis ha afectado mucho a los artesanos y eso se nota en el número de puestos presentes en los mercadillos. «Cuando llegué al Passeig de Sagrera hace diez años había más de cuarenta puestos cada día, ahora el mejor día podemos juntarnos quince», asegura Matías. Los artesanos que trabajan    en estos mercados de Palma confían en que la recuperación turística tras la pandemia marcará un punto de inflexión para su crecimiento. «Estos sitios son fantásticos, son una parte imprescindible de la cultura, espero y deseo que podamos mantenerlos en el futuro», expresa Mariana Tauguly, muy animada por la alta afluencia de público que visita    los mercados desde que se recuperó la normalidad.

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Martín Ribas vende pulseras y otros complementos hechos con hilo.
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Matías ofrece sus pulseras y collares en este tipo de mercados desde hace diez años.
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Noelia Rau fabrica ‘árboles de la familia’ en el Mercat Artesanal de s’Hort del Rei.

«Mientras más gente venga podremos aumentar nuestras ventas, pero tenemos que pensar también en el bienestar de la Isla», defiende Noelia Rau, consciente de la saturación que padece la Isla durante los meses de julio y agosto. Junto a muchos compañeros artesanos, reclama un aumento del número de ferias y mercados en los que poder vender sus creaciones. «Para salir adelante necesitamos que crezca el número de mercados y ferias a los que podamos acudir», incide Matías, que considera «insuficiente» la cantidad actual.