Las plantas pueden sufrir clorosis por diferentes motivos. | Pixabay

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Con el verano es normal descolgarse de la rutina, además, si te vas de vacaciones puede que no puedas cuidar bien las plantas. Entonces, un día te encuentras manchas amarillas en las hojas o ramas que se han vuelto mustias y pálidas, eso es una señal de que algo negativo está afectando al crecimiento y desarrollo de tus macetas. Tu planta sufre clorosis, esto ocurre cuando a la hoja le falta clorofila, que es el nutriente que fabrica la planta para alimentarse y es el responsable de su color.

¿Qué significan las hojas amarillas en las plantas?

Sin duda la planta está perdiendo clorofila. Pero esta carencia puede deberse a diferentes condiciones adversas. Riego inadecuado suele ser uno de los motivos más frecuentes, en especial si las puntas de las hojas se ponen amarillas, cada planta tiene unas necesidades hídricas muy concretas, por lo tanto puede ser por exceso o por carencia de riego. Si la textura de las hojas es seca y rugosa es una señal de falta de agua. Por lo contrario, si el amarillo es intenso y parejo en toda la superficie, probablemente la regadera necesita un descanso.

También puede darse una situación en la que el riego es correcto pero el sustrato no está drenando correctamente. Tocando la tierra se puede comprobar si se está formando lodo, esto sucede cuando está húmeda, apelmazada y no se mueve, quiere decir que no tiene buen drenaje. El sustrato debe evitar el encharcamiento de agua en la raíz de la maceta, si no es así, se deberá cambiar por uno que cumpla su función. Por otro lado, puede tratarse de un problema de iluminación. Para hacer la fotosíntesis, la planta necesita luz solar. Si está en una zona demasiado sombreada para su especie, las hojas que están en la parte más a la sombreada se vuelven amarillo pálido, casi blanco. Al contrario, otras plantas se vuelven amarillas si se colocan bajo la luz directamente, es un signo de que se están quemando.

Como cualquier ser vivo, las plantas necesitan nutrientes, sin ellos pueden padecer falta de hierro o de nitrógeno. En algunos casos, el sustrato tiene un PH incompatible con las necesidades de la planta y la absorción de hierro se entorpecerá. En cuanto al nitrógeno, potencia el color verde de las hojas y contribuye al crecimiento. Si el vegetal ha pasado demasiado tiempo en la misma maceta, es posible que el sustrato haya agotado todos los nutrientes. También, los nematodos, unos gusanos que irrumpen el transporte de nutrientes desde la raíz. En esta ocasión, las hojas se caen y se vuelven ámbar.

En verano, las hojas de las plantas se pueden tornar amarillas debido a las temperaturas extremas y las corrientes de aire. Por ello, algunas plantas no toleran los cambios bruscos de temperatura, cosa que sucede en los hogares en época estival cuando se utiliza el aire acondicionado en exceso. Si la ubicación de la maceta es bajo la máquina de climatización, esta comenzará a coger un tono amarillento, por lo tanto, es recomendable cambiarla de sitio. Si el color muta a amarillo a finales de septiembre o principios de octubre, puede tratarse de una planta de hoja caduca. Las de esta categoría pierden las hojas en otoño, pero previamente adquieren un tono ámbar.