‘Estropajo’ posa entre Roxana Krüger y Miguel Ángel Furgiuele, en el interior de la furgoneta acondicionada. | Pere Bota

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La figura de un perro dormitando en el patio trasero y celebrando las sobras de la comida es, por suerte, una estampa del pasado. O casi. Solo en Estados Unidos se gastaron el año pasado cien mil millones de dólares en el cuidado de mascotas, reflejo de que cada vez hay más personas que las perciben como un miembro más de la familia. Y no es de extrañar, porque «no hay nada más fiable que un perro», desliza Miguel Ángel Furgiuele, de la peluquería canina a domicilio Hocicos.

Conocimiento, experiencia y un amor incondicional por los canes son requisitos imprescindibles para emprender esta profesión, constata el argentino, que comparte el negocio con su pareja, Roxana Krüger. Vinieron de Buenos Aires en 2005 a probar suerte y el destino hizo el resto. Se complementan a la perfección, «ella trata a los animales y yo me encargo de las tareas administrativas y el asesoramiento a clientes».

Hoy en día podemos encontrar, incluso, collares para perros con cristales Swarovski. Por suerte, el segmento de los productos de primera necesidad viene surtido con artículos y servicios menos extravagantes, como los que brindan nuestros protagonistas. Es importante diferenciar entre los dueños que se concentran en la salud y bienestar de sus mascotas, y quienes los convierten en una declaración estética. Ese fetichismo tiende a degradar su educación.

En Hocicos miran exclusivamente por la salud del animal, «no tenemos el ego del peluquero canino, no vamos a la estética sino a lo que es mejor para el perro. Entiéndame, si alguien quiere un peinado curioso para un bichón maltés se lo hacemos, pero también nos encargamos de perros grandes que dan mucho trabajo, que otros no quieren coger», aporta Furgiuele. Su furgoneta cuenta con lo necesario para tal menester: bañera, atril, secadora y un sinfín de utensilios pensados para los peludos.

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Roxana seca a ‘Estropajo’.

Asegura que su trabajo incorpora grandes dosis de asesoramiento, «a veces hay que explicar que a algunas razas de doble manto no se las puede rapar. En ese caso, mi no es rotundo y hay quien no lo entiende». Pero, como dice el refrán, ‘el tiempo no borra, ubica’. Y, a día de hoy, Hocicos goza de una reputada posición en su sector: «Tenemos una lista de espera de un mes», corrobora Miguel Ángel, mientras Roxana –a quien únicamente he podido estrechar fugazmente la mano– se ocupa de ‘Estropajo’, un lindo perrito adoptado a quien colma de atenciones.